“Si nos hacemos pequeños por dentro, redescubriremos la maravilla de adorar a Jesús”, propone Francisco en el ángelus de la Epifanía

El pontífice advierte que “si no abandonamos nuestras pretensiones, nuestras vanidades, podremos adorar a alguien o a algo en la vida, pero no será al Señor”

Tras la celebración de la eucaristía en el día de la Epifanía del Señor, el papa Francisco no ha faltado, a mediodía, a la oración mariana del ángelus. La lluvia o el mal tiempo no ha impedido que los fieles acudan a la Plaza de San Pedro para rezar con el Papa que les ha felicitado en este día de fiesta. El pontífice, además, ha felicitado la Navidad a las Iglesias orientales, católicas y ortodoxas. También ha recordado que en este día en muchos países se celebra la Infancia Misionera, por ello ha agradecido la oración y el compromiso de los más jóvenes. También ha alabado las iniciativas que se celebran con motivo de esta celebración.



Dejar espacio a Dios

Comentando el evangelio de los magos de Oriente (cf. Mt 2,1-12), el Papa destacó que los “no se escandalizan, no se decepcionan. No se quejan, sino que se postran” después de seguir la estrella y encontrar simplemente un niño con su madre. “Estos sabios venidos de lejos, ricos, cultos y famosos”, destacó el pontífice, “se postran, es decir, que se inclinan hasta el suelo para adorar a un niño. Sorprende un gesto tan humilde por parte de hombres tan ilustres”.

El Papa comenta la paradoja del solemne gesto ante un bebé y señala que postrarse “ante el Niño de Belén no es fácil. No es fácil adorar a este Dios, cuya divinidad permanece oculta y no aparece triunfante. Significa aceptar la grandeza de Dios, que se manifiesta en la pequeñez. Los Magos se rebajan ante la lógica inédita de Dios, acogen al Señor no como lo imaginaban, sino como es, pequeño y pobre”. Para Francisco, “su postración es el signo de aquellos que dejan de lado sus propias ideas y dejan espacio a Dios”.

Adorar a Jesús

Además, los magos “se abren a la adoración de Dios”, añadió Bergoglio. “Los cofres que abren son una imagen de su corazón abierto: su verdadera riqueza no consiste en la fama y el éxito, sino en la humildad, en su creencia de que necesitan la salvación”. “Si siempre permanecemos en el centro de todo con nuestras propias ideas y presumimos de algo ante Dios, nunca nos encontraremos con él plenamente, nunca llegaremos a adorarlo”, recomendó el Papa.

“Si no abandonamos nuestras pretensiones, nuestras vanidades, nuestras obsesiones, nuestro afán de superación, podremos adorar a alguien o a algo en la vida, pero no será al Señor”, advirtió Francisco. Para el Papa “si, por el contrario, abandonamos nuestras pretensiones de autosuficiencia, si nos hacemos pequeños por dentro, entonces redescubriremos la maravilla de adorar a Jesús. Porque la adoración pasa por la humildad del corazón: los que tienen el afán de sobrepasarse, no se dan cuenta de la presencia del Señor. Jesús pasa de largo y es ignorado, como les ocurrió a muchos en aquella época, pero no a los Reyes Magos”. Por ello, Francisco invitó a cada uno a preguntarse por su humildad, orgullo, docilidad a Dios o la oración. “Mira la estrella y camina, no dejes de caminar; pero mira la estrella, es el consejo de hoy”, recomendó el pontífice.

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