Sierra Leona se “enfrenta a sus fantasmas del pasado” 20 años después de una guerra civil

El Hermano de San Juan de Dios José María Chávarri vivió de cerca el conflicto por el control de los diamantes en el país africano

En 1991 llegó, procedente de Libia, una guerra a Sierra Leona. La llama guerra de los ‘diamantes’ se convertiría en un conflicto abierto durante 11 años y que provocó unos 250.000 muertos. Ahora el país busca justicia sentando en el banquillo a uno de los “señores de la guerra” más crueles de ese periodo, Gibril Massaquoi –huido a Finlandia hasta hace un año–.



“El ruido de disparos era constante, pero había momentos de ataques centrados en las localidades cercanas al Hospital”, rememora José María Chávarri, Hermano de San Juan de Dios que vivió parte de su misión en el país africano en este contexto de la Guerra Civil. “Cuando esto ocurría, se creaba una gran confusión. Los vecinos del poblado más próximo venían buscando refugio en el Hospital, y los enfermos allí atendidos salían llenos de miedo a refugiarse entre la maleza y el bosque. La gente entraba y salía en estampida y desorden”, recuerda apuntando cómo el hospital acogía a todos tipo de personas y que “en los casos en que el enfermo tenía un dosificador de suero, se le desconectaba, si él así lo pedía, para poder huir”. “Nosotros siempre permanecimos en el Hospital”, sentencia.

Tiempo de recapacitar

Para el religioso, “hoy en día, el país se encuentra en la difícil tarea de enfrentarse a sus fantasmas del pasado y superar los desafíos de este nuevo siglo”. “A lo largo de las 24 horas del día teníamos una idea fija y constante de que en cualquier momento algo podría suceder. No lográbamos concentrarnos en lo necesario, con frecuencia la imaginación divagaba en distintos asuntos, se nos interrumpía con frecuencia solicitando todo tipo de ayudas”, apunta el hospitalario.

Allí se encontraba también Manuel García Viejo, uno de los misioneros fallecidos por ébola en 2014. “Médico cirujano e internista, entregado totalmente a su trabajo de salvar vidas, siempre fiel a su misión y disponible tanto de día como de noche ante cualquier urgencia que se presentara”, destaca Chávarri. “Experiencia muy dura pero muy positiva al mismo tiempo. Tiempos difíciles que deseamos que nunca se repitan. Nunca jamás desear una guerra, los conflictos se tienen que solucionar por otras vías”, destaca ahora.

Su balance: “Es tiempo de recapacitar, de madurar, de cargar sobre nuestras espaldas las necesidades de los demás,de evitar el enriquecimiento personal en detrimento del de los demás. Posicionémonos en contra de la corrupción, de la explotación humana y de tantas muchas situaciones que causan las guerras y el odio entre los humanos. Nunca más. Jamás repetir los mismos errores”.

Noticias relacionadas
Compartir