El cardenal mexicano Felipe Arizmendi: “Ante la pandemia, en esta Navidad el pesebre vivo es tu familia y el pobre”

“Que nuestra Navidad sea estar más cerca de Dios, más unidos en nuestra familia, y con algún detalle de amor a personas que están en peores condiciones que nosotros. Si no podemos acudir a los templos, el pesebre vivo es tu familia, son los pobres”.



Así lo dijo el cardenal mexicano Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas (Chiapas), quien a través de su artículo semanal publicado en la página de la Conferencia del Episcopado México, llamó a vivir una Navidad diferente ante la emergencia sanitaria que vive el mundo.

Arizmendi citó las palabras del papa Francisco, pronunciadas en su catequesis del 19 de diciembre de 2018, en el sentido de que la Navidad está centrada en Jesús y en el estilo de vida que escogió, por lo que debe ser para cada cristiano ocasión de renovación interior, de oración y de conversión.

Una Navidad con sabor diferente

El cardenal aseguró que por la agudización de la pandemia Covid-19, las fiestas navideñas en México tendrán un sabor muy diferente al de otros años, no sólo por el hecho de que estará muy restringida la participación física en las celebraciones religiosas, sino que toda la actividad humana está muy afectada.

Puso el caso de la arquidiócesis de Toluca, donde reside, y donde las autoridades civiles han decretado el “semáforo rojo”, lo cual conlleva el cierre de los templos durante todo este tiempo navideño, celebrar las Misas sin presencia física de fieles, y sólo transmitirlas por los diferentes medios digitales.

Recordó que incluso en las celebraciones del Papa en Roma se han impuesto también muchas restricciones. “El peligro de enfermar y morir por el SARS-CoV2 es real, aunque a estas fechas no falten personas que no le quieren dar la importancia que merece“, aseveró.

La Navidad no es sólo una fiesta

Arizmendi insistió en el llamado que ha hecho el Santo Padre a no equivocar de fiesta y preferir las cosas usuales de la tierra a las novedades del Cielo.

“Por favor, ¡no mundanicemos la Navidad! No dejemos de lado al Festejado, como entonces, cuando “vino entre los suyos, y los suyos no le recibieron”. No será Navidad si buscamos el resplandor del mundo, si nos llenamos de regalos, comidas y cenas, pero no ayudamos al menos a un pobre, que se parece a Dios, porque en Navidad Dios vino pobre”.

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