Benedicto XVI señala que el principal obstáculo en su pontificado fue “la dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas”

El periodista alemán Peter Seewald, una de las personas más cercanas a Joseph Ratzinger, publica este lunes 4 de mayo la biografía completa del papa emérito: ‘Benedicto XVI. Vida’. Con esta obra completa una serie de conversaciones con el predecesor de Francisco y que vieron la luz en forma de libro: ‘La sal de la tierra’ (1997), ‘Luz del Mundo’ (2010) y ‘Últimas conversaciones’ (2016).



El texto, que supera las 1.000 páginas, ha sido autorizado por Ratzinger y abarca desde su nacimiento hasta su renuncia, el 11 de febrero de 2013. Pero, a modo de epílogo de excepción, añade algunas de las respuestas (se destaca que no ha respondido a todas las preguntas) de Benedicto XVI en las que valora su pontificado.

No fue la Curia

Anticipadas por Life Site News, en ellas el papa emérito reconoce cuáles fueron los mayores impedimentos a su gobierno eclesial: “Los principales obstáculos vinieron de fuera, no vinieron de la Curia. Yo no quería solo ni en primer lugar impulsar la purificación del pequeño mundo de la Curia, sino de la totalidad de la Iglesia”.

Así, “los hechos han demostrado que ha sido sobre todo la crisis de fe la que ha conducido a una crisis de la existencia cristiana. Esa es la que un Papa debe tener principalmente delante de sus ojos”.

La verdadera amenaza

“La verdadera amenaza para la Iglesia –recalca Ratzinger– y, por lo tanto, para el oficio de Pedro, no reside en esas cuestiones, sino en la dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas, cuya negación implica ser excluido del consenso social básico. Hace cien años, cualquiera habría considerado absurdo hablar de matrimonio homosexual. Hoy queda socialmente excomulgado quien se oponga a ello. Lo mismo vale para el aborto y para la fabricación de personas en el laboratorio”.

“La sociedad moderna –concluye– está formulando un credo anticristiano y castigará con la exclusión social a quien se resista a él. Es totalmente natural el temor a este poder espiritual del Anticristo, y se hace necesario realmente el auxilio de la oración de todo el episcopado y de toda la Iglesia mundial para resistirlo”.

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