Véronique Olmi: “La trata está por todas partes”

Véronique Olmi autora de Bakhita

No busquen una hagiografía en la novela de Véronique Olmi sobre la santa sudanesa. Ni lo es ni lo pretende. Tal vez ahí radica el valor de ‘Bakhita’ (Ediciones Sígueme), en la mirada de alguien que toma distancia eclesial para ponerse en la piel de una esclava a la que el lector acompaña en su liberación. La escritora francesa –con la participación del traductor de la obra, Fernando García-Baró–conversa con ‘Vida Nueva’ durante su visita a Madrid para presentar el libro.

PREGUNTA.- ¿Cómo entra alguien en la mente y la experiencia vital de una niña esclava africana como Bakhita?

RESPUESTA.- Antes de nada, pensé en una niña. En sus necesidades, su evolución, su psicología. Para entender por qué Bakhita obedeció a esos hombres, me centré en ese fenómeno de petrificación. Empecé desde el corazón de la persona, en un movimiento del interior hacia el exterior. Y llevé a cabo el mismo proceso cuando la arrancan de su madre. Un trauma así, una ausencia de esa categoría, no pueden desaparecer.

P.- ¿Qué le llamó más la atención de la vida de la santa sudanesa?

P.- Su fuerza. Su capacidad para decir ‘No’. Y su necesidad constante de tener vínculos. Bakhita siempre luchó por sobrevivir, con una capacidad sorprendente para aferrarse, en el infierno, a la más mínima luz, a la más mínima esperanza. Es una persona compleja, agitada, en permanente alerta, pero con una inclinación instintiva hacia la alegría, cuando la alegría es posible.

P.- ¿Una lacra como la trata de personas en pleno siglo XXI hace que su novela cobre especial actualidad?

R.- Desgraciadamente, sí. Desde la noche de los tiempos, todas las sociedades se han basado en la opresión. A esta opresión se la puede llamar esclavitud, servidumbre, sometimiento… Siempre hay personas que, para su propio beneficio, fuerzan a otras a trabajar, sin pagarles, en régimen de explotación. Hoy en día, la trata está por todas partes, y de manera más extendida y rentable que nunca. Representa una lacra y una vergüenza.

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