Bangladesh espera a Francisco: sin enorme expectación pero con mucho respeto

centro para enfermos mentales dedicado a santa Teresa en Dacca Bangladesh antes de la visita del papa Francisco noviembre 2017

Visto desde el cielo, Bangladesh se asemeja a un río, o mejor aún, al delta de un inmenso río que antes de desembocar en el golfo de Bengala se ramifica en diversas e impetuosas corrientes. Su territorio, en efecto, es atravesado por cuatro grandes vías fluviales: el Ganges, el Bramaputra, el Meghna y el Tista.

Esta imagen es la que más me impresionó cuando, en noviembre de 1986, acompañé a Juan Pablo II en el más largo viaje pontificio de toda la historia: en casi 14 días recorrimos Bangladesh, Singapur, las islas Fidji, Nueva Zelanda, Australia y las Seychelles.

En los últimos 31 años, Bangladesh, nación independizada en 1991 del vecino Pakistán, ha experimentado un cambio espectacular: su población ha crecido en un 133 % y sus habitantes se acercan a los 170 millones, lo que le sitúa en el octavo puesto de los países más poblados del mundo.

Por si fueran pocos, en los últimos meses han recibido un éxodo de más de 600.000 rohingyas obligados a abandonar sus históricos territorios en la vecina Myanmar. Nada extraño, pues, que, a su vez, los bengalíes formen numerosas colonias en diversos países del mundo occidental y árabe.

Al crecimiento demográfico, por desgracia, no ha seguido una mejora sustancial de las condiciones económicas, aunque hay que reconocer que Bangladesh, siendo todavía uno de los cinco países más pobres del continente asiático, ha emprendido el camino del desarrollo, gracias, sobre todo, a la industrialización de su economía, especialmente en la rama textil. Muchos de los productos etiquetados de las grandes marcas de la moda son confeccionados en Dacca y otras ciudades, en condiciones laborales a veces lamentables.

minorías rohingya en un campo de refugiados en Bangladesh, huidos de Myanmar

Refugiados rohingya en un campo en Bangladesh

Francisco, personalidad respetada

Francisco llega a Dacca a las 15:00 hora local (10:00 hora española) del jueves 30 de noviembre y permanecerá en la capital de la República hasta el sábado 2 de diciembre –su avión aterrizará en el aeropuerto de Fiumicino a las 23 h. de la noche después de once horas de vuelo, y el domingo se asomará a la ventana del Palacio Apostólico para recitar el ángelus…–.

En el programa papal, además de los imprescindible actos protocolarios y los diversos momentos de oración con la exigua pero ferviente comunidad católica (son el 0,24% de la población), Francisco presidirá un encuentro interrreligioso y ecuménico por la paz el 1 de diciembre en el Arzobispado de Dacca, en el que estará presente una delegación de los rohingya, cuyos trágicos testimonios escuchará por primera vez en este viaje.

No puede decirse que reine una expectación enorme ante su llegada (el 89% de sus habitantes son musulmanes), pero sí es cierto que la personalidad de Francisco es respetada y admirada en este rincón del planeta.

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