Mujer y teología

“El trabajo teológico elaborado por las mujeres debe ser asumido e integrado al desarrollo teológico universal”

En algunos espacios “molesta” que se toque el tema de la mujer. Incluso, algunas mujeres aducen que ellas se sienten incluidas en la sociedad tal y como está y no quieren que se hable del tema. No se molestan, por ejemplo, cuando no se usa un lenguaje inclusivo. Es respetable esta postura porque en eso consiste la riqueza de lo humano, con tanta pluralidad de experiencias.

Sin embargo, hay que reconocer que, gracias a las demandas de grupos de personas que ven una realidad y trabajan por cambiarla, se van transformando las cosas que luego benefician a todos. Algo está claro en el tema que nos ocupa: a nivel legal se ha avanzado en la superación de las subordinaciones a las que las mujeres han estado sometidas durante siglos, pero a nivel real y de imaginarios todavía el camino es largo y difícil. No en vano, la violencia contra las mujeres sigue siendo una de las problemáticas no superadas y la aceptación del término “feminicidio” por la Real Academia de la Lengua Española (ese término fue acuñado en lengua castellana por la antropóloga mexicana Marcela Lagarde) respondió a la realidad innegable de que ocurren “asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres”. Y en esto reside la diferencia con la violencia que sufren los varones. Nadie niega que también ellos son víctimas de la violencia. Pero no la sufren por ser varones sino por la multitud de razones (o sin razones) que los seres humanos tenemos para agredir a otros seres humanos. En cambio, detrás de la violencia contra las mujeres está también el hecho internalizado de que la mujer es propiedad del varón o de que ella merece un castigo de ese tipo cada vez que se atreve a subvertir el papel que le ha asignado.

Este fue uno de los muchos temas que se abordaron en el Primer Congreso Iberoamericano de Teología, que tuvo lugar en el mes de febrero en Boston College (Estados Unidos) con motivo de impulsar una teología iberoamericana que acompañe este kairós eclesial que parece estar llegando con el obispo de Roma.

En el congreso se preguntó si las teólogas tenían espacio para su tarea o si no eran reconocidas. Ese planteamiento permitió mostrar la necesidad de abordar diversos niveles para ofrecer una respuesta. Un primer nivel es la afirmación satisfactoria de que en algunos centros teológicos las mujeres han encontrado espacio y reconocimiento y han podido desarrollar allí su reflexión teológica. Pero hay otros dos niveles que tenemos que tener en cuenta. Existe ya mucha producción bibliográfica realizada por mujeres. ¿Qué tanto se consulta y se pone como referencia?, ¿de qué manera va siendo consulta obligada para la elaboración teológica hoy? En este aspecto también hay mucho camino por recorrer. Y, finalmente, queda ese nivel de los comentarios sutiles en los que se percibe el machismo reinante -en varones y mujeres- y que parecen insinuar que no se alcanza un reconocimiento por el propio trabajo sino porque se escoge una mujer para que parezca que se les tiene en cuenta o se les asigna responsabilidades o participaciones referidas solo a las cuestiones femeninas, manteniendo los asuntos importantes en los ámbitos masculinos. Muchos ejemplos podrían señalarse pero que quede la inquietud de cómo seguir trabajando para que la mujer sea verdaderamente reconocida en la plenitud de su dignidad y, en concreto, que el trabajo teológico elaborado por ellas sea asumido e integrado al desarrollo teológico universal.

Olga Consuelo Vélez
Asociación Colombiana de Teólogas

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