Celebrar el advenimiento de la esperanza

La Natividad Negra del Palenque Criollo

María es la más hermosa de las estrellas. Rompe fuente y la vida deriva en río. José es constructor de marimbas; en una canoa conduce a su esposa y al niño recién nacido, para salvarlos de la matanza. Jesús tiene el color de piel de sus paisanos; las mujeres que hacen frente a la violencia en el Pacífico lo abrazan entre flores, mientras bailan vestidas de blanco.

Así retrata Natividad Negra la andadura del Niño Dios y su familia por las selvas colombianas. La obra integra danza, teatro, música y canto; y es el resultado de un trabajo de investigación coordinado por Delia Zapata Olivella en la década de 1970. La folclorista se internó en los territorios de las comunidades negras detrás del significado de la celebración del advenimiento cristiano en el litoral Pacífico.

El maestro Jose Antonio Torres, más conocido como ‘Gualajo’, uno de los principales músicos de marimba en el país

Su hija, Edelmira Massa, participó de la experiencia y hoy mantiene vivo el legado. Con adaptaciones al libreto original, escrito en su momento por Rosario Montaña Cuéllar y Sonia Abaunza Galvis, Edelmira ha llevado de nuevo a escena la obra y ha alimentado la presentación de  Palenque Criollo con sus recuerdos acerca de las sociedades de ayuda mutua que conoció junto a su madre en Guapi, Puerto Tejada y otros lugares. Lo aprendido entonces se integra con la sabiduría de los pueblos del Congo que nutren su sangre, tal y como lo hacen el mundo indígena y el europeo.

La obra se divide en tres partes fundamentales: una ‘religiosa o sacra’, otra centrada en los arrullos al Niño Dios y una caracterizada por ‘danzas profanas’. Según se explica en un documento dado a conocer por la agrupación, la primera parte de la obra conlleva características de una marcación de tipo cristiano, propia del Renacimiento español; y en una forma ingenua trata de expresar el proceso de advenimiento y nacimiento el Niño Dios. “El pueblo se divorcia de los pasos bíblicos religiosos y espontáneamente surgen los cantos de adoración (‘arrullos’), marcados por el ritmo de la juga, que expresa la alabanza al Niño Dios, que viaja en las balsadas realizadas en las comunidades ribereñas”. A ello corresponde la segunda parte de la obra. La tercera parte corresponde a la expresión libre del pueblo y presenta danzas consideras como profanas por no tener relación con los ritmos religiosos; danzas en las cuales se advierte la influencia europea.

Acerca de la música que anima la puesta en escena, Palenque Criollo explica que en el sur de la Costa Pacífica el acompañamiento del currulao y otros aires musicales se interpretan con el conjunto de marimba, que involucra, además, tambora, cununos y guasás. “Las danzas profanas o bailes de cuadrilla de influencia europea se interpretan con el conjunto de chirimía: flauta indígena, sustituida por el clarinete, tambora, redoblante y platillos”. Una verdadera fiesta. En la nueva puesta en escena, la obra cuenta, además, con la participación del maestro José Antonio Torres, más conocido como ‘Gualajo’, uno de los principales músicos de marimba en el país.

El ritmo que nos une

Para los jóvenes que han participado de la puesta en escena, el montaje ha significado también una búsqueda de los orígenes. A inicio de año, algunos de ellos, vinculados a la Universidad de los Andes, solicitaron a Edelmira Massa un taller sobre danzas tradicionales. Después se enfrentaron a la necesidad de conocer con mayor profundidad el legado cultural y espiritual en el fondo de dichas expresiones. Fue entonces cuando Massa los retó a “hacer algo más serio” por el país.

Antecedida de un trabajo de formación, la puesta en escena se propuso continuar con dinámicas de la trasmisión oral que hicieron posible la obra. Ésta celebra las influencias del mestizaje y del sincretismo cultural, así como sus transformaciones en el ámbito urbano. Al mismo tiempo es un mensaje a la conciencia.

A través del rito, intérpretes y espectadores asisten a la revelación del ritmo que nos une como pueblo. Un principio de correspondencia vincula lo existente en el seno de la naturaleza y es la fuente de las formas culturales expresadas en la música, la danza y el teatro. He aquí uno de los verdaderos tesoros del Pacífico, una riqueza amenazada por las condiciones en que viven las comunidades ribereñas hoy en día. Según Rosario Montaña, la inmensa necesidad de esperanza en estos territorios redimensiona la expectativa del Adviento. Natividad Negra es también un llamado a la paz y al trabajo en favor de una memoria activa, capaz de conmover.

Resguardar, divulgar e inspirar

La nueva puesta en escena de Natividad Negra es fruto del trabajo de Edelmira Massa, directora de la Fundación Instituto Folclórico Colombiano Delia Zapata Oliveilla (su madre). Sobre Edelmira alguna vez dijo su tío, Manuel Zapata Olivella: “ha bailado en los escenarios antes de nacer, aprendió el ritmo de los tambores antes de caminar, desde la infancia ha vivenciado los usos y costumbres de las gentes de Colombia viajando con los equipos de investigación de su madre”. Delia y Manuel, hoy fallecidos, recorrieron muchas regiones del país, con el fin de recoger y sistematizar la cultura popular colombiana. “Estas experiencias de investigación de campo y los distintos procesos con grupos de danza desde 1950, produjeron la necesidad de crear una institución que resguardara, divulgará, e inspirara la creación con identidad propia a las nuevas generaciones”. Tal es la misión de la institución que dirige en la actualidad Edelmira.

Miguel Estupiñán

Compartir