Lucio Ángel Vallejo, una condena a la espera

Lucio Ángel Vallejo Balda, sacerdote español condenado por el Vatileaks 2 filtración de documentos

El procesado por el ‘Vatileaks 2’ confía en el indulto papal y quiere volver a Astorga como sacerdote

Lucio Ángel Vallejo Balda, sacerdote español condenado por el Vatileaks 2 filtración de documentos

El sacerdote español, durante el juicio por el caso ‘Vatileaks 2’

DARÍO MENOR (ROMA) | Lucio Ángel Vallejo Balda va camino de convertirse en la persona que más tiempo ha pasado encarcelado en el Vaticano desde que los papas perdieron su poder terrenal. Condenado a 18 meses de cárcel el pasado 7 de julio por entregar papeles confidenciales en el llamado caso Vatileaks 2, el sacerdote riojano lleva privado de libertad desde su arresto el 31 de octubre de 2015.

Tras la sentencia, Vallejo Balda gozó durante unas semanas de un régimen de semilibertad, aunque sin poder salir de los límites del Estado más pequeño del mundo, hasta que el 22 de agosto volvió a ser recluido en la celda de la gendarmería vaticana, donde ha transcurrido la mayor parte del tiempo de reclusión. Aquel día pasó el plazo fijado para presentar la eventual apelación a la sentencia judicial.

El condenado le echa la culpa de su actual situación a su abogada, Emanuela Bellardini, quien no habría presentado al tribunal la solicitud para que continuase en semilibertad. Ahora tendrá que esperar a la apertura del año judicial, el 1 de octubre, para que los magistrados valoren su caso. Bellardini llamó la atención durante el proceso por su falta de diligencia a la hora de defender al antiguo “número dos” de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede.

El día a día del reo

En la celda de la gendarmería el tiempo transcurre despacio para el sacerdote de la Diócesis de Astorga, de 55 años: reza, ve la televisión, va a misa y pasa un par de horas cada día en la cocina del cuartel de este cuerpo policial, donde echa una mano como pinche pelando patatas y haciendo otras tareas similares.

No tiene ordenador, acceso a Internet ni teléfono móvil, y su única comunicación con el exterior, además de alguna visita que recibe, viene con la llamada telefónica que le permiten realizar cada día al final de tarde a su anciana madre. La señora vivía con él en Roma y ahora, por esta situación, reside en casa de un familiar en Logroño. El condenado aprovecha esas llamadas para charlar con otras personas de su entorno.

Se desdice de su declaración

Vallejo Balda aún no ha recibido respuesta a la carta que le envió al papa Francisco solicitándole la gracia, pero parece que ya ha decidido qué hará cuando recupere la libertad. Esta le llegará el 1 de mayo de 2017, siempre y cuando el Pontífice no decida perdonarle antes.

Lo primero que desea hacer es acudir a un notario para realizar ante él una declaración que, a buen seguro, reavivará la polémica que ha rodeado todo el proceso Vatileaks 2: quiere desdecirse de sus declaraciones durante el juicio, en las que reconoció que entregó documentos confidenciales a los dos periodistas que publicaron sendos libros en los que se desnuda en parte la situación económica de la Santa Sede. Según cuenta, esas confesiones las realizó debido a las presiones que habría sufrido, aunque no aclara por parte de quién.

Cuando acabe toda esta desventura espera regresar a su diócesis, donde su obispo, Juan Antonio Menéndez Fernández, recordó hace unos meses que siempre tendrá las puertas abiertas.

El antiguo secretario de la comisión investigadora de los organismos económicos y administrativos de la Santa Sede (COSEA), el organismo creado en su día por Jorge Mario Bergoglio para radiografiar la situación de las finanzas vaticanas, se muestra mentalmente estable, aunque en el pasado sufrió desequilibrios psíquicos. Se ha dejado barba y se encuentra bien de salud, a excepción de una infección en la próstata para la que se está medicando después de recibir la visita de un urólogo del Policlínico Gemelli, uno de los hospitales más reputados de Roma.

La otra condenada en el proceso es Francesca Chaouqui, quien coincidió con Vallejo Balda en la COSEA, y a la que su pena a diez meses de cárcel le fue suspendida. La relaciones públicas fue madre tres semanas antes de la sentencia y disfruta desde entonces de su hijo, aunque no pierde la oportunidad de criticar al sacerdote español, al que ha denunciado por difamación.

Publicado en el número 3.003 de Vida Nueva. Ver sumario

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