El cardenal Blázquez pide jóvenes cristianos para recuperar una Europa sin fronteras y con derechos para todos
El cardenal Blázquez y presidente de la CEE ha oficiado la eucaristía
JOSÉ BELTRÁN, enviado especial a CRACOVIA | Basta con poner un pie en Czestochowa para comprobar que durante unas horas, el santuario mariano polaco tiene acento español. “Hoy ya soy feliz en su corazón…”. El eco de la canción interpretada por Toño Casado y el padre Damián se cuela por los rincones de la explanada. Al estilo de los summer festivals, pero con impronta cristiana -no faltó la Salve Rociera-, o lo que es lo mismo, enganchando a los jóvenes con su lenguaje pero sin trastocar el mensaje. Las banderas se despliegan en estandartes, cuellos y cinturas… La Iglesia española celebra la fiesta nacional fuera de casa. 25 de julio. Festividad de Santiago Apóstol.
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Después de pasar varios días recorriendo diferentes diócesis del país, cerca de 10.000 jóvenes españoles peregrinan a este lugar como paso previo a tomar Cracovia, donde recibirán el miércoles al papa Francisco. Unas gotas de lluvia amenazaron con deslucir un encuentro al inicio, pero a los pocos minutos los paraguas se convirtieron en parasoles. El calor hizo que los peregrinos utilizaran platos de plástico como abanicos y que algún que otro prelado se sirvieran de su mitra con el mismo fin.
En total, 51 obispos arroparon a sus jóvenes feligreses. Al frente, el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el cardenal Ricardo Blázquez, que acude como pastor acompañando a peregrinos de Valladolid. Ante la imagen de la Virgen pintada por sor Isabel Guerra, Blázquez se dirigió a la generación selfie, esa que parece haber roto todo límite y control a través de las nuevas tecnologías. A ellos les pidió ir más allá. “¡Que las fronteras no nos encierren en nuestro egoísmo y nivel de vida, sino que sean una incitación para ir al encuentro de los demás y trabajar unidos a favor de la humanidad que en el proyecto de Dios es una sola familia!”, enfatizó en la homilía.
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Miles de jóvenes de toda España se han congregado en la explanada del santuario
Misioneros del Evangelio
El presidente de Episcopado español partió del discurso de Francisco con motivo del Premio Carlomagno para dibujar el perfil de esta nueva generación de cristianos. “Necesitamos personas abiertas por la fe al infinito, necesitamos misioneros de Jesucristo sin fronteras, voluntarios educadores y sociales sin fronteras, cuidadores de la salud de todos sin fronteras, defensores de la paz sin fronteras”.
Este es el casting que propone Blázquez: cristianos que se implique con las urgentes necesidades de un continente adormecido. O en otras palabras, “una Europa de hombres libres y solidarios, acogedores de las personas, porque han comprendido que Dios bendice la hospitalidad”.
Para ello, instó a los jóvenes a salir de su zona de confort para elaborar un proyecto de vida desde la que llamó “escuela del Evangelio”: “Nos viene bien dejarnos corregir por el Señor, ya que proyectamos frecuentemente de manera equivocada nuestro futuro”. En esta línea, les animó a “contar con Dios y trabajar generosamente por los demás” para “salir como misioneros del Evangelio, aunque cueste fatiga”.
Vista del santuario de Czestochowa donde ha tenido lugar la celebración
Recuperar el humanismo cristiano
Como telón de fondo, sin citarlo, la crisis de los refugiados y el acuerdo de la UE con Turquía, o el clima de sospecha generado por la amenaza yihadista.“No colma nuestras aspiraciones una Europa que se atrinchera en su prosperidad y se cierra al clamor de quienes llaman a sus puertas y de quienes a distancia contemplan nuestro bienestar postrados en la pobreza y la desesperanza”, sentenció el cardenal Blázquez, quien alertó de que, “si las raíces enferman, la planta se mustia; y sin vitalidad el árbol pierde fecundidad”.
Frente a esto, el arzobispo de Valladolid reclamó que “las fronteras no nos encierren en nuestro egoísmo y nivel de vida, sino que sean una incitación para ir al encuentro de los demás y trabajar unidos a favor de la humanidad que en el proyecto de Dios es una sola familia”.
Desde Czestochowa, el cardenal español instó a recuperar ese “humanismo cristiano” de los fundadores de la UE que “debe promover los derechos de cada uno sin olvidar los deberes de todos”, y a reavivar “la capacidad de levantarse de nuevo y de salir de los propios límites”. Desde ahí, de nuevo ejerció de voz de los migrantes para defender “el reconocimiento de todo ser humano con la dignidad de persona, que Dios custodia”.
