Magdalena Gaitán Quijano

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“Soy una servidora de la caridad”

Marina Gaitán Quijano recibió el nombre de Magdalena cuando ingresó a la congregación de las Dominicas de la Presentación, en la provincia de Bogotá. “Desde entonces, he conservado ese nombre y así me han conocido en los distintos servicios que he prestado”, comenta.

Nació en Bogotá, en el seno de la familia que constituyeron don Gonzalo Gaitán (q.e.p.d.) y doña Elvira Quijano de Gaitán (q.e.p.d.). De sus diez hermanos, Lucía, también optó por la Vida Religiosa. Recuerda que sus padres siempre decían que “lo primero que había que hacer el domingo era ir a misa; luego sí, a pasear…”. De ellos recibió el testimonio de una vida cristiana regida por la verdad, la rectitud, la justicia y la apertura a los más necesitados. Asimismo, su familia siempre la apoyó en su camino vocacional.

A propósito de su vocación, comenta que “no fue difícil descubrir mi llamado; el ambiente que vivía en mi familia y, además, el testimonio de alegría y de entrega de las hermanas en el colegio me animaron a dar una respuesta”. Fue justamente durante sus años de estudio de bachillerato, en el Colegio de la Presentación, cuando le llamó profundamente la atención la cercanía y la dedicación que irradiaban las hermanas. En esa época cultivó un particular afecto por Jesús y por la virgen María, y creció su devoción por la Eucaristía.

Muy pronto se sintió identificada con la intuición de Marie Poussepin, la fundadora de su congregación. “Ella quiso fundar una comunidad al servicio de las niñas pobres del campo y del cuidado de los enfermos más pobres”. Su carisma, con el tiempo, se ha expresado de un modo más amplio como un “servicio de caridad”, y es así como la Hna. Magdalena se define: “soy una servidora de la caridad, disponible para hacer presente el amor del Señor y anunciar el Evangelio desde mi condición de religiosa y asumiendo mi compromiso bautismal”.

Su servicio pastoral lo ha desarrollado principalmente en el campo educativo, en varios colegios y en distintas poblaciones de Colombia. También ha estado vinculada a la pastoral vocacional de su congregación y ha ejercido funciones de liderazgo en la coordinación de la Federación de Dominicas de Colombia y en la junta directiva de la Conferencia de Religiosas Dominicas de América Latina (CODAL).

“Puentes de comunión”

En cada labor que se le ha encomendado siempre se ha caracterizado por su calidez humana, por ser una religiosa que con su sonrisa expresa su alegría de seguir a Jesús y de servir a sus hermanos con sencillez, trabajando en equipo, escuchando y valorando las ideas de los demás, y ofreciendo lo mejor de sí para tender “puentes” y hacer posible, en su propia vida, el llamado que el papa Francisco hace a las religiosas y a los religiosos: “ser expertos en comunión”.

Estas cualidades le han permitido proyectar su misión en otros espacios inter-institucionales e inter-congregacionales, como el Centro de Estudios Pastorales de la Arquidiócesis de Bogotá, y la vicaría de religiosos de la misma arquidiócesis y de otras diócesis cercanas como Facatativá, Engativá y Zipaquirá.

De todas estas experiencias conserva “la gratitud de los profesores y de los estudiantes, así como la confianza de los señores obispos y el apoyo recibido por parte de los sacerdotes, los religiosos y las religiosas”.

A inicios de 2015 fue nombrada Secretaria Adjunta de la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR). Confiesa que aceptó este servicio con grandes expectativas y con el mejor deseo de ponerse al servicio de la Vida Religiosa del continente: “colaboro en la reflexión, en el trabajo en equipo del secretariado general, en la articulación de los proyectos y, particularmente,  me siento muy comprometida con la preparación del Congreso de la Vida Consagrada que se realizará en Bogotá, el próximo mes de junio”.

En el contexto del Año de la Vida Consagrada, promulgado por el papa Francisco, su participación en la CLAR le ha permitido “experimentar el inmenso valor que para la Iglesia y la sociedad representa la vida de las personas que se consagran al Señor a través de los consejos evangélicos”. Está convencida de que “hoy el Señor sigue llamando y la gente cree en este estilo de vida”. Ella, por su parte, con su testimonio de entrega a los demás confirma que la vida religiosa está llamada a “despertar al mundo”.

Texto: Óscar Elizalde Prada

Foto: Miguel Estupiñán

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