Romero, un mártir para América

tumba de monseñor Óscar Romero, arzobispo de San Salvador

Tras años de bloqueo en Doctrina de la Fe, al fin será beatificado en los próximos meses

marcha ciudadana por la calle con pancarta de monseñor Romero

DARÍO MENOR (ROMA) | La Iglesia de América Latina está de celebración: finalmente, Óscar Arnulfo Romero va a ser proclamado beato. Treinta y cinco años después de su asesinato mientras celebraba la Eucaristía, este defensor de los más débiles y humildes será beatificado en una ceremonia que “aún no tiene fecha”, pero que se celebrará este año, dentro de “pocos meses” en El Salvador, según anunció el miércoles 4, en una rueda de prensa en el Vaticano, el postulador de la causa, el arzobispo italiano Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia y ligado a la Comunidad de Sant’Egidio.

Se cumplirá así una aspiración para millones de católicos latinoamericanos, quienes ya consideraban santo al arzobispo de San Salvador y le veneraban como tal.

Ha sido precisamente el primer papa proveniente de América Latina quien, el pasado martes 3, firmó el decreto que reconoce el martirio de Romero, certificando que le mataron in odium fidei (en odio por su fe). La autorización llegó tras la audiencia privada que Jorge Mario Bergoglio ha mantenido con el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, último eslabón de esta larga y accidentada causa de beatificación iniciada en 1997.

“San Romero de América”, como se le conoce en buena parte del continente, fue la pieza más codiciada que se cobraron los escuadrones de la muerte entre los más de 20 sacerdotes y religiosos que asesinaron en El Salvador en aquellos años de plomo. De hecho, tres años antes que al arzobispo mataron a uno de sus colaboradores y amigos más queridos, el jesuita Rutilio Grande, cuya causa de beatificación acaba de abrirse, según desveló Paglia en la rueda de prensa.

Aquella muerte sacudió la conciencia de Romero y provocó que desde entonces estrechara su compromiso con el pueblo salvadoreño, denunciando los atropellos y violencias que sufría por parte del ejército y de la policía.

Esa preocupación por los más desvalidos de su grey acabó costándole la vida un 24 de marzo de 1980. Fue un francotirador quien se la quitó: le disparó en el corazón cuando celebraba misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia, en San Salvador. El sicario estaba a sueldo de un líder ultraderechista que consideraba al arzobispo un peligroso “amigo de comunistas”. Un día antes, en su homilía, Romero había advertido al Gobierno de que “de nada sirven las reformas si van teñidas de sangre”, pidiendo, “en nombre de Dios”, que cesara la represión.

Como reconoce Paglia, la causa de beatificación ha sido “larga y meticulosa”. Por el camino ha afrontado “todo tipo de problemas y de oposiciones”. “En los años de Romero, llegaban a Roma kilos de cartas acusándole de hacer política y de seguir la teología de la liberación”, recordó el postulador, para quien resulta “providencial” que le declare beato el primer obispo de Roma que proviene de América Latina.

“El problema de fondo era cómo justificar la muerte por martirio in odium fidei, de manera que pudieran superarse las dudas que levantaba en una parte de la Iglesia salvadoreña y también en el Vaticano. Tuvo muchas incomprensiones en su país, con el nuncio, con otros obispos, pero nunca se echó atrás”, dijo Paglia.

tumba de monseñor Óscar Romero, arzobispo de San Salvador

Tumba de monseñor Romero, en el interior de la Catedral Metropolitana en San Salvador

Al final se superaron todos estos escollos, pues la comisión teológica y cardenalicia dio un voto unánime a la causa, reconociendo el martirio de Romero. Para el postulador, el arzobispo salvadoreño es “un mártir de la Iglesia del Concilio Vaticano II”, una especie de “protomártir para los mártires contemporáneos”.
A las pocas horas de confirmarse definitivamente la beatificación de monseñor Romero, el arzobispo de Panamá,

José Domingo Ulloa se congratuló de la noticia en declaraciones a Acan-Efe: “Yo creo que se ha hecho justicia. (…) Se reivindica la figura de Romero, y la Iglesia, después de un largo proceso, nos lo presenta como lo que él es: el pastor que, en un momento muy crucial de la historia salvadoreña, entregó la vida por ese pueblo”.

“El júbilo no nos cabe en el corazón, y no es solo que monseñor Romero va a ser beatificado, sino que es declarado mártir de la Iglesia. Cuántas calumnias recibió este hombre en su vida, cuánta persecución, cuántas amenazas de muerte. Y terminaron matándolo, igual pasó con Jesús, el mártir del Calvario”.

Con esta alegría se manifestó también el obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez. El arzobispo de la sede metropolitana, José Luis Escobar Alas, a su vuelta de Roma, fijará la fecha de beatificación oficial de Romero, un acto litúrgico que se celebrará en el país centroamericano y en el que los acompañará un enviado papal.

Una carrera de obstáculos

Un alto cargo de la Santa Sede, que siguió todo el proceso de beatificación de monseñor Romero y que pide mantenerse en el anonimato, explica que la dificultad mayor estribaba en las dudas del Episcopado salvadoreño sobre las causas del asesinato. “Para una parte de la Iglesia de aquel país, a Romero lo mataron porque pensaban que era comunista, no por su labor como pastor. Para ellos no se trata de un asesinato in odium fidei”, señala a Vida Nueva.

“Estas dudas calaron en una parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que retrasó durante años la causa”. Esta fuente asegura que no se pudo avanzar hasta que se actuó con coraje, “teniendo en cuenta que no eran ciertas las acusaciones de quienes decían que Romero no era un santo y que lo mataron por sus ideas políticas”.

Fue Benedicto XVI quien desbloqueó la causa en diciembre de 2012, permitiendo que pasase a la Congregación para las Causas de los Santos desde Doctrina de la Fe, relató Paglia. Francisco se refirió a estos problemas cuando volvía a Roma tras su viaje a Corea del Sur, el pasado agosto: “El proceso se encontraba en la Congregación para la Doctrina de la Fe, bloqueado ‘por prudencia’, según decían. Ahora ya no está bloqueado. Ha pasado a la Congregación para los Santos. Y sigue el camino normal de cualquier proceso. Depende de cómo se muevan los postuladores. Es muy importante que lo hagan con rapidez”.

Con estas palabras, el Papa evidenció su deseo de que se aclarase cuanto antes si el martirio se produjo por “haber confesado a Cristo o por haber hecho las obras que Jesús nos manda para con el prójimo”. Bergoglio dejó además dicho aquel día que, para él, “Romero es un hombre de Dios”.

El que fue secretario personal del nuevo beato, Jesús Delgado Acevedo, hoy vicario general de la Arquidiócesis de San Salvador, escribió recientemente en la revista Orientación que algunos salvadoreños consideran “un error” beatificar a Romero. “La Iglesia sabe muy bien que los santos se asemejan a Jesús en que son personas que brillan por sus vidas y sus palabras, como una luz en medio de las tinieblas. Las tinieblas se incomodan porque la luz de estos cristianos pone al descubierto sus sórdidas acciones. Confundidos, muchos de ellos apagan violentamente la luz”, advirtió Delgado Acevedo.

En el nº 2.928 de Vida Nueva

 

ESPECIAL MONSEÑOR ROMERO BEATO:

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