Sin educación inclusiva no hay futuro

Entreculturas reclama que la equidad en el aula figure en la Agenda Post-2015 de la ONU

Boy walks through empty classroom at Cathedral Catholic School in Liberia

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Más de 770 millones de personas adultas en el mundo son analfabetas. De estas, dos tercios (500 millones) son mujeres. En cuanto a los menores, el panorama no es mejor: del total de 650 millones de niños en edad escolar, 58 millones no tienen acceso a la escuela (más de la mitad son niñas y siete de cada diez viven en el África subsahariana o en el Sudeste asiático) y otros 250 millones no tienen nada parecido a una educación de calidad, ya sea por un abandono escolar prematuro, por las deficiencias entre los docentes o por la falta de medios en las aulas. La consecuencia es que, al final de sus estudios, estos ni siquiera saben leer, escribir o realizar operaciones matemáticas básicas. Estas son algunas de las claves recogidas en el informe Inclusión y equidad. Una educación que multiplica oportunidades, elaborado por Entreculturas y presentado en la madrileña Casa de América el pasado 13 de noviembre.

Sin educación inclusiva no hay futuro [extracto]

El estudio de la asociación jesuita, dedicada a la promoción en ámbitos desfavorecidos de una educación de calidad y generadora de oportunidades, busca interpelar a la comunidad internacional en un momento clave, al concluir el próximo año el plazo fijado por la ONU para el cumplimiento de los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio y cuando ya se está reflexionando en la asamblea interestatal de cara a la Agenda Post-2015, cuando, presumiblemente, se establezcan otros Objetivos. Con este fin, se ofrecen otras estadísticas que, a nivel global, demuestran el desigual reparto de la riqueza y de los bienes materiales: el 8% de la población más rica acumula el 50% de los recursos a nivel mundial, siendo una consecuencia que la mitad más pobre de la humanidad posee la misma riqueza que los 85 ciudadanos más ricos. En definitiva, 1.200 millones de personas están hoy por debajo del umbral de la pobreza (1,25 dólares al día).

Luis Hipolito

Luis Hipolito

Presente en el acto, el guatemalteco Luis Hipólito Ordóñez, indígena maya quiché, ejemplificó con su testimonio cómo el método educativo en según qué países puede ser ciertamente excluyente de comunidades consideradas minoritarias –a nivel mundial, según el informe de Entreculturas, la mitad de los niños y niñas sin escolarizar pertenecen a una minoría étnica y hasta 220 millones de alumnos, en gran parte indígenas, se ven obligados a estudiar en un idioma diferente a su lengua materna–. Así, según denunció este docente, pese a que en Guatemala el 44% de la población es indígena (con un total de 22 etnias, de las que las diferentes mayas suponen el 39%), el Estado margina a este importante colectivo social.

Clases solo en castellano

informe_infantilA su juicio, esta exclusión se aprecia especialmente en el caso de la educación, que en muchos lugares se imparte casi en su conjunto en castellano y sin importar que muchos alumnos indígenas no comprendan esta lengua en los primeros años de su escolarización. “Eso es lo que me ocurrió a mí –explica Ordóñez en conversación con Vida Nueva–. Llegué a la escuela cuando tenía 10 años, con ya tres de retraso. En mi ciudad, Santa Lucía la Reforma, en el departamento sureño de Totonicapán, entonces solo había una escuela, regentada por religiosos. Solo nos hablaban en castellano y muchos de nosotros no entendíamos nada, por lo que no podíamos aprender. Hasta los 13 años no aprendí el castellano, una edad en la que lo más frecuente es abandonar la escuela”.

Todo cambió en 1986, como recuerda bien: “Llegaron unos sacerdotes jesuitas a la escuela y hablaron del proyecto inclusivo de Entreculturas. Al poco, esta institución llegó a nuestra región y, desde entonces, cambió la concepción, que hasta ese momento se basaba en el lema ‘castellanizar a los indios’. Empezaron a surgir más centros educativos y en todos ellos se apostaba por la educación bilingüe, para que nadie se quedara fuera y todos tuviéramos las mismas oportunidades”. Una nueva mentalidad que empezó a calar a nivel nacional a partir de 1996, cuando, tras la firma por parte del Gobierno de los Acuerdos de Paz, se amparó oficialmente la formación en dos lenguas”.

Con el fin de ofrecer a las siguientes generaciones las oportunidades que él no tuvo, Ordóñez llegó a la Universidad –sin que nunca hasta entonces un profesor le hablara en su lengua– y se acabó graduando en Magisterio Bilingüe. Tras contactar con Entreculturas, se convirtió en el coordinador nacional de su Programa de Educación Cultural y Bilingüe. Hoy, como maestro y enlace en 10 escuelas de la región, explica orgulloso los logros conseguidos: “Nuestro modelo es 100% bilingüe, apoyados por Entreculturas y también por el mismo Estado que antes nos consideraba una comunidad atrasada y que perjudicaba la evolución en las aulas. Tenemos 800 alumnos y son atendidos por 31 docentes, todos ellos indígenas”.

De hecho, concluye Ordóñez, su actual reto es la enseñanza trilingüe: “Además de nuestros materiales, que editamos en castellano y en quiché, también hemos empezado a preparar y enviar textos y proyectos en chorti, la lengua de una comunidad maya en la parte oriental del país”.

Una perspectiva global

Entre los participantes en el encuentro que sirvió de presentación del informe de Entreculturas, estuvieron dos significativas representantes de la acción institucional pública: Laura López de Cerain, directora de Cooperación Multilateral de la AECID, y Amalia Navarro, directora de Comunicación de la Campaña del Milenio de la ONU. La primera, si bien lamentó que desde que estallara la crisis haya descendido un 70% la inversión del Estado en materia de cooperación internacional, lanzó un incisivo lamento: “También podemos constatar que, ante este hecho, no ha habido en España un clamor ciudadano excesivo a nivel de sociedad. Y eso nos duele…”.

En cuanto a la representante de Naciones Unidas, a la vez que se mostró convencida de que la Agenda Post-2015 de la ONU tendrá su foco en los segmentos sociales más excluidos –en un perfil de marginación global, este estaría encabezado por las niñas antes que los chicos, por los habitantes en zonas rurales, por las minorías de cualquier signo, por los desplazados o migrantes y por personas con alguna discapacidad–, considera que vivimos en un “momento muy importante”, analizando toda la comunidad internacional en qué modo se han cumplido los Objetivos de Desarrollo del Milenio, planteados para el período 2000-2015.

En este sentido, Navarro explicó que, desde marzo de 2013, han puesto en marcha la encuesta ‘Mi mundo 2015’, en la que, gracias a la implicación de 700 asociaciones en todo el mundo, están pudiendo conocer las preferencias de la ciudadanía de cara a cuáles serían, a su juicio, los ejes que deberían vertebrar las acciones a implementar desde la ONU. Como destaca, además de que “en todos los sectores se ve claramente cómo la educación es la gran prioridad”, resulta muy significativo “cómo hemos llegado también a los ámbitos de exclusión de los países marginados, pudiendo participar quien quiera con encuestas en papel, además de los que lo hacen por Internet o por SMS”. A finales de año pretenden llegar a los siete millones de participantes (ya los han hecho 18.000 personas en España) en lo que ya es “la mayor encuesta de la Historia”.

 

En el nº 2.918 de Vida Nueva

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