La Iglesia en Cataluña afronta el debate soberanista

Los obispos Novell y Pardo defienden la consulta para que los ciudadanos catalanes decidan su configuración política

Novell y Pardo (centro), en una reunión de la Tarraconense.

Novell y Pardo (centro), en una reunión de la Tarraconense.

La Iglesia en Cataluña afronta el debate soberanista [ver extracto]

JORDI LLISTERRI (BARCELONA) | El debate soberanista se ha convertido en un tema tan transversal y transcendente que es difícil para la Iglesia quedar al margen. Esto es lo que está pasando estos días cuando se intensifica el momento político con la celebración de la Diada del 11 de septiembre y la tercera concentración masiva de los últimos años. Y, sobre todo, cuando se acerca el 9 de noviembre, fecha que han fijado los partidos políticos catalanes soberanistas para celebrar una consulta sobre la independencia

En este contexto, cualquier declaración genera un revuelo extraordinario. Es lo que ha sucedido con la cartas dominicales del pasado domingo del obispo de Solsona, Xavier Novell, y del obispo de Girona, Francesc Pardo. Aunque no hayan dicho nada que no hubieran dicho antes: que apoyan la necesidad de una consulta para que los ciudadanos de Cataluña decidan su configuración política.

Diputados muestran su apoyo a la Diada ante el Congreso.

Diputados muestran su apoyo a la Diada ante el Congreso.

Existen matices entre el Episcopado. De hecho, los obispos catalanes no se han pronunciado nunca conjuntamente sobre la consulta soberanista [ver aquí]. Pero sí lo han hecho algunos colectivos cristianos como los que organizaron el acto de Cristianos por el Derecho a Decidir del pasado 10 de julio (VN nº 2.902). Buena parte de los argumentos de este colectivo son los que recogen Novell y Pardo en sus misivas desde dos de las diócesis de Cataluña en las que el sentimiento nacionalista siempre ha estado más arraigado.

Otras personalidades eclesiásticas como el abad de Montserrat, Josep Maria Soler, también se han manifestado reiteradamente a favor de una consulta. Pero todas las declaraciones eclesiales sobre este tema se han circunscrito a la reclamación de una consulta, sin pronunciarse a favor o en contra de una hipotética independencia.
 

Opinan los teólogos

En medio de este debate, también ha tenido mucha repercusión un artículo del teólogo Salvador Pié-Ninot, reproducido en la web del Arzobispado de Barcelona. El texto apoya “el derecho básico a decidir que comporta el ser una nación” que han reconocido los documentos episcopales. Pero alerta de que son “principios éticos básicos, dejando a cada persona las decisiones políticas con sus posibles concreciones” y que, por lo tanto, no estamos ante “un principio ético directamente exigido por la Doctrina Social de la Iglesia, sino que es el fruto razonado de una opción prudencial y política, y por eso los católicos que creen lo contrario sobre su forma de ejercerlo hoy no son infieles a la enseñanza de la Iglesia”.

El texto afirma que “es bueno comprometerse seriamente en todo lo que es justo a nivel político y nacional”. Pero dice que “hay que tener presente no caer en el riesgo de una casi identificación práctica del cielo nuevo y la tierra nueva cristiana con un ideal político o nacional concreto”. Algo que el autor define como un nuevo “integralismo católico”.

Hasta ahora, la máxima concreción política ha sido la del joven obispo de Solsona a favor de celebrar la consulta el próximo 9 de noviembre. Xavier Novell argumenta que el papa Francisco ya opinó sobre este tema en una entrevista en el diario La Vanguardia el pasado mes de junio y que, tras expresar sus prevenciones, “evitó calificarlo moralmente”. Y que es un tema que preocupa a todos los diocesanos: “¿Tenemos derecho o no a decidir nuestro futuro?”, añade.

Diada Cataluña manifestación por las calles de Barcelona el 11 de septiembre 2012

Manifestación de la Diada en 2012.

Novell explica que “la doctrina católica sobre el derecho a la autodeterminación de los pueblos y de las naciones es clara”, idea que apoya con citas de Juan Pablo II. Por ello, cree que, “cuando se afirma que Cataluña no tiene derecho a la autodeterminación y que sería ilegal la consulta del 9-N, se está usando la ley para impedir un derecho fundamental que es anterior y superior al ordenamiento jurídico vigente”. Así, afirma que “la Constitución de 1978 debería aplicarse de tal manera que hiciera posible que las naciones que forman España puedan decidir libremente su futuro”.

Tras ello, defiende “tanto la libertad de la Iglesia respecto a cualquier posicionamiento político como la legitimidad moral del derecho a decidir de los ciudadanos de Cataluña”, e invita a “escoger con tranquilidad de conciencia aquella opción ante la consulta que creáis mejor para el bien de Cataluña”. Como hacía el año pasado, insiste en la necesidad de este momento se viva “con espíritu democrático y pacífico”.

Por su parte, el obispo Francesc Pardo no concreta tanto, pero dice que en este momento se remite a lo que ya dijo hace un año, cuando defendió la necesidad de una consulta para “conocer la opinión real de todos”. En la carta de esta semana volvía a argumentar que “conocer lo que desean los ciudadanos es fundamental para asumir decisiones”. En su caso, pone más el acento en la cohesión social y en que es necesario ser “respetuosos, justos, amables hacia las personas y grupos que tienen distintas posturas sobre Cataluña y su encaje con España”.

Después de estos textos, otros obispos como el de Tarragona, Jaume Pujol, o el de Lleida, Joan Piris, han sido requeridos por la prensa local para pronunciarse al respecto. En los dos casos han declinado la invitación y se han remitido a los textos aprobados por el episcopado catalán. En el caso de Piris, añadió que los católicos “no necesitan la tutela de su obispo para saber lo que deben hacer”.

Por su parte, como es habitual, el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, presidió en la capital catalana la misa del 11 de septiembre, en el que se recuerda a los “patriotas catalanes” y en la que habitualmente defiende el compromiso de los cristianos en favor de la lengua y la cultura de esta región.

 

El episcopado catalán y la nación

Los recientes pronunciamientos episcopales deben enmarcarse en lo que hasta ahora han expresado los obispos catalanes de forma conjunta. Por una parte, desde hace décadas, todos los obispos que han pasado por las sedes catalanas han respaldado el reconocimiento de Cataluña como nación. Es el contenido más repetido del documento Raíces Cristianas de Cataluña, aprobado en 1985 y ratificado posteriormente por la Santa Sede. Allí se afirma que Cataluña tiene la “conciencia de ser una realidad nacional previa” al Estado. Y se reclama que “la existencia de la nación catalana exige una adecuada estructura jurídico-política que haga viable el ejercicio de sus derechos”.

El contenido de este documento fue ratificado en 2011 con otra carta pastoral conjunta: Al servicio de nuestro pueblo. En el nuevo contexto, los obispos actuales catalanes “en continuidad con nuestros predecesores, reconocemos la personalidad y los rasgos nacionales propios de Cataluña, en el sentido genuino de la expresión, y defendemos el derecho a reivindicar y promover todo lo que esto comporta, según la doctrina social de la Iglesia”. A esto, tras citar a Juan Pablo II, se añade que a los obispos “no les corresponde optar” por la forma política en la que debe configurarse Cataluña, pero defienden “la legitimidad moral de todas las opciones políticas que se basen en el respeto de la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos”.

Estas mismas palabras textuales las utilizaron antes de las últimas elecciones catalanas de 2012, y después de que la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española aprobara un documento que afirmaba que “ninguno de los pueblos o regiones que forman parte del Estado español podría entenderse, tal y como es hoy, si no hubiera formado parte de la larga historia de unidad cultural y política de esta antigua nación que es España” y que “propuestas políticas encaminadas a la desintegración unilateral de esta unidad nos causan una gran inquietud”.

En definitiva, los obispos catalanes reconocen a Cataluña como nación –sobre la que siempre remarcan sus raíces cristianas–, que esta tiene derechos políticos, y dejan a la autonomía de lo temporal cómo debe concretarse su configuración política, sin entrar en un juicio moral de las distintas opciones: soberanistas o constitucionalistas. A esto es a lo que algunos obispos han añadido que el contexto actual justifica una consulta. Otros creen que no es necesario ir más allá en este tema.

En el nº 2.912 de Vida Nueva

 

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