Para ver lo que no se ha visto

opi1

ARTURO GUERRERO (PERIODISTA Y ESCRITOR COLOMBIANO) | El arte no es parte de la realidad, el arte crea realidad. Entendámonos: claro que las fábricas son fuente del arsenal de mercancías y productos en que navegamos. Claro que sol, montañas, mar, pájaros, pueblan lo verdadero desde mucho antes de que llegáramos los hombres al planeta.

Pero es la música la que nos atestigua el sonido de las esferas. Es la poesía la que hace sensible para cada cual la porción de sorpresa que le corresponde. Es la danza la que permite apropiarse del universo circundante.

Escribiendo sobre el método de Leonardo da Vinci, escribió Paul Valéry:

Una obra de arte nos enseña que nunca habíamos visto lo que estamos viendo.

Por supuesto que el paisaje pertenece al exterior objetivo que vibra delante de nuestros ojos, pero la pintura de Leonardo nos lo revela como nunca lo habríamos captado. Es decir, nos lo hace nuestro de manera elocuente y exclusiva.

No es que el arte repita al mundo, que copie sus contornos. Es que produce un nuevo mundo. De ahí que, antes de acercarnos a sus obras, no tengamos conciencia del brillo, resonancia y color de esta creación.

El universo, así, no se reduce a datos de las ciencias. Su peso, textura, tono y ritmo no son dados por aritméticas, lentes ni máquinas grabadoras. Esta información “dura” permanece muda mientras la poesía no grite palabras mágicas.

Por eso hay varias clases de ceguera, de las cuales la más grave no es de ojos físicos. Hay quienes no ven porque no se acercan al deslumbramiento del arte que no cesa.

En el nº 2.893 de Vida Nueva

Compartir