La oportunidad de mi vida

Gafado para el amor

JOSÉ LUIS CELADA | En vísperas del nuevo curso, se suceden los buenos propósitos: perder algunos kilos, aprender idiomas, leer más, retomar viejos contactos… Loables intenciones, que se van abandonando con el paso del tiempo, a medida que la rutina impone su ley y sus ritmos. Con el cine ocurre otro tanto…, pero en verano.

Allá por el mes de julio, quien más quien menos se prometió a sí mismo aprovechar el descanso estival para reencontrarse con la magia del celuloide. Vano empeño, porque los estrenos semanales han ido desinflando cualquier pretensión inicial.

De los títulos más populares y comerciales (Capitán América, El origen del planeta de los simios, Super 8 o Conan el Bárbaro), poco que comentar, salvo su cansina insistencia en volver a los argumentos de siempre. Superproducciones y héroes al margen, quizá valga la pena detenerse en propuestas menos pretenciosas, que hacen de la sencillez su mejor carta de presentación y su gran baza para ganarse el favor del público. Tal es el caso de La oportunidad de mi vida, del actor, director y guionista francés Nicolas Cuche.

Se trata de una comedia romántica cuya principal virtud es explotar con naturalidad el oficio de sus intérpretes, en torno a un tema tan poco original como imperecedero: el amor y su misteriosa capacidad para enredar y confundir el destino de sus “víctimas”. Aunque gafado para disfrutar del más universal de los sentimientos, el protagonista (François-Xavier Demaison) conoce como nadie sus secretos, de tal modo que ejerce con reconocida solvencia la incómoda profesión de asesor matrimonial. Su misión no es otra que salvar a parejas al borde de la ruptura, cuya relación terminal proporciona a la cinta momentos de risa fresca… y fácil.

Más difícil le resulta a nuestro hombre encontrar a su media naranja, dado el historial que le persigue: su condición de cenizo pone freno a sus deseos e impulsos, pero, sobre todo, nos regala gags que conjugan a buen ritmo el trazo grueso y la fina ironía, la candidez de los enamorados y la amargura del desengaño. Un feliz equilibrio, que alcanza su cima cuando este pobre diablo se topa con una mujer que teme equivocarse (Virginie Efira) y a la que parece atrapar bajo su extraño hechizo de mala suerte.

Todo se antoja abocado al desastre que escenifican otras cuantas situaciones a la altura del género. Sin embargo, lo que se suponía un motivo de disgusto y separación acaba convirtiéndose en La oportunidad de mi vida (laboral para ella, personal para él, amorosa para ambos), antesala de un final demasiado hollywoodiense, que desluce las buenas maneras de una película modesta y convencional, pero que deja al espectador la sensación de que las intenciones también cuentan. Incluso en verano.

FICHA TÉCNICA:

 

TÍTULO ORIGINAL: La chance de ma vie

DIRECCIÓN: Nicolas Cuche

GUIÓN: Luc Bossi y Laurent Turner

FOTOGRAFÍA: José Gérel

MÚSICA: Christophe la Pinta

PRODUCCIÓN: Olivier Delbosc, Eric Jehelmann y Marc Missonier

INTÉRPRETES: Virginie Efira, François-Xavier Demaison, Armelle Deutsch, Raphaël Personnaz, Thomas N’Gijol, Brigitte Roüan, Yves Jacques, Marie-Christine Adam, Elie Semoun, Francis Perrin

 

En el número 2.767 de Vida Nueva

 

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