Amalia Kawaji: “Asia enseña a saborear la belleza de las pequeñas cosas”

Superiora de las Mercedarias Misioneras de Bérriz

(Texto y foto: Darío Menor) Las Mercedarias Misioneras de Bérriz (MMB) son un ejemplo de congregación que supo adaptar su carisma a los tiempos, cambiando desde la clausura a la misión. Este vuelco llevó a las hermanas desde un pequeño pueblo de Vizcaya hasta China, primero, y luego, a otros muchos países, como Japón. Allí vivió décadas la que es hoy su superiora, Amelia Kawaji, una mujer tan apasionada por su destino de misión que acabó nacionalizándose japonesa.

– Su congregación, las Mercedarias Misioneras de Bérriz, ha pasado de la clausura a la misión. ¿Cómo afectó este cambio al carisma?

Fue algo relativamente sencillo y muy interesante. Se produjo en la época de auge del movimiento misionero dentro de la Iglesia. Nosotras teníamos un convento de clausura con un internado en aquella época. Entonces vinieron misioneros de China y de la India a hablar al internado y, desde aquel momento, las chicas del colegio se entusiasmaron con la misión.

– ¿Cuál es el estado de salud hoy de la congregación?

No creo que sea malo. Tenemos muchas hermanas en Asia, donde casi todas son nativas. En la mayoría de países donde estamos presentes ocurre lo mismo, lo que para mí es una alegría. Las nuevas vocaciones se dan en Centroamérica, Filipinas, las islas de Micronesia, Japón, África… Ahora estamos empezando nuestra tarea en China.

– Cuenta que su congregación no encuentra apenas vocaciones en Europa. ¿Considera que la misión sigue siendo una opción de vida atractiva para las jóvenes occidentales?

Los jóvenes de ahora necesitan mucha movilidad. Un país asiático, como Japón, Taiwán o China precisa de un empeño por toda la vida. Tienes que aprender una lengua muy difícil y una cultura muy diferente. Sin embargo, pienso que la opción por Asia y por este tipo de países es absolutamente buena para Europa. Supone la mezcla de dos mentalidades: la de Oriente y la de Occidente. Eso significa una riqueza enorme.

– ¿Qué le ha aportado a usted?

A mí me ha cambiado la vida. He aprendido a saborear la belleza de las pequeñas cosas, a entender lo que es el silencio, la contemplación, la amistad desde otros aspectos, el respeto a otra cultura… Son infinitas cosas que, como digo, me han cambiado la vida. [Seguir leyendo]

Más información en el nº 2.725 de Vida Nueva.

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