La frontera chileno-argentina hoy ya no divide, sino que une

Obispos y autoridades civiles recuerdan en Luján el 30º aniversario de la mediación papal en el litigio de Beagle

(Washington Uranga– Buenos Aires) La mayoría de los obispos argentinos se reunieron el 22 de diciembre en la basílica de Nuestra Señora de Luján, santuario nacional, para conmemorar, en una celebración litúrgica presidida por el cardenal Jorge Bergoglio, el 30º aniversario de la mediación del papa Juan Pablo II, que impidió la guerra entre Argentina y Chile por el conflicto limítrofe del austral canal de Beagle y que culminó con la firma de un tratado de paz y amistad entre los dos pueblos (VN, nº 2.640, p. 40).

En la Misa de Acción de Gracias participaron la presidenta, Cristina Fernández, autoridades de los tres poderes y un buen número de invitados. El templo estaba a rebosar de fieles y unos pocos se congregaron en la plaza que se extiende frente a la basílica. De manera simultánea, en el santuario de Maipú en Chile, los obispos chilenos también conmemoraron el acontecimiento junto a la presidenta del país vecino, Michelle Bachelet

El arzobispo de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani, recibió personalmente a la presidenta en la puerta de la basílica y la acompañó hasta un lugar reservado cerca del altar. Si bien la liturgia estuvo presidida por el cardenal Bergoglio, la homilía fue responsabilidad del obispo Jorge Casaretto, presidente de Pastoral Social y asesor de la Comisión de Justicia y Paz. Los comentarios periodísticos locales atribuyen esta circunstancia a un gesto de los obispos hacia el Gobierno, teniendo en cuenta que Casaretto es uno de los obispos con mejor diálogo con las autoridades, en tanto Bergoglio ha mantenido una relación más bien tirante con el Ejecutivo actual. En fuentes eclesiásticas se afirma, en cambio, que siendo Casaretto asesor de la Comisión de Justicia y Paz y teniendo en cuenta que el tema central de la conmemoración era precisamente la paz, correspondía que el obispo de San Isidro fuese el encargado de pronunciar las palabras centrales de la ceremonia.

Casaretto exaltó el acontecimiento de la paz y, tras una introducción en la que destacó la presencia de la presidenta, del vicepresidente, Julio Cobos, de los gobernadores y otras autoridades, pidió “superar lo que nos diferencia por encima de cualquier consideración”, insistiendo en que “los argentinos necesitamos encontrarnos más entre nosotros”. En su homilía, el obispo sostuvo que “ésta es una casa de paz y amor”, y pidió “dejar de lado todo lo que nos distancia y enfrenta para tratar de encontrarnos como pueblo argentino en lo que nos acerca y hermana”. 

La guerra es muerte

Casaretto dijo también que “la violencia, cualquiera que sea su origen y mucho más la de la guerra, es siempre sinónimo de muerte”, y se congratuló porque hoy el límite con Chile “es una frontera que nos une en lugar de dividirnos”. Recordó que, en aquellas circunstancias, cuando sus países estaban gobernados por dictaduras militares, se necesitó “mucho diálogo para superar la obstinación” de quienes pretendían la guerra. Agregó que hoy “ambos países enfrentamos el desafío de construir una paz social más sólida sobre la base de la justicia y la solidaridad” y, retomando afirmaciones de los obispos en un reciente documento, hizo votos para que el bicentenario “nos encuentre como un país con plena inclusión social”. 

En su alocución, el prelado destacó tanto la figura del cardenal Antonio Samoré, a quien Juan Pablo II encargó la tarea concreta de la mediación, como la actuación del cardenal Francisco Primatesta, entonces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, y el nuncio apostólico y hoy cardenal, Pío Laghi.

En el momento de la paz, la presidenta tercambió saludos con el secretario de Culto de la Cancillería, Guillermo Oliveri, y el presidente de la Comisión Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal, ingeniero Eduardo Serantes. Bergoglio, que se acercó a saludarla al finalizar la celebración, bendijo una imagen de la Virgen que se entregó al embajador chileno, Luis Maira, y a una familia de ese país para que la lleven a su tierra y la entreguen a las autoridades y obispos chilenos.

Cristina Fernández habló al finalizar el acto en una tarima montada frente a la basílica, lugar hasta donde llegó acompañada por el nuncio, Adriano Bernardini, Radrizzani, Casaretto, y el secretario general de la Presidencia, Óscar Parrilli. Dijo que “el cardenal (Antonio) Samoré, en representación del Vaticano, impidió (hace ahora 30 años) una tragedia que era ideada por las dictaduras”. Afirmó también que “hay que preservar la democracia y, para preservar la democracia, hay que luchar por la justicia y la equidad”. 

En el nº 2.642 de Vida Nueva.

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