Francis Spufford: “Dios entiende mejor la ironía que los hombres”

Entrevista con el escritor inglés cuya obra Impenitente reivindica a la intelectualidad creyente

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LUIS RIVAS | “Mi libro es una defensa de las emociones cristianas. Y se llama Impenitente porque no pienso pedir perdón por ello”. En su ensayo publicado el 23 de mayo en El País bajo el título de Queridos ateos…, Francis Spufford (1964) se dirigió a ateos, agnósticos y descreídos en general para manifestarles que estaba “harto de que ustedes se crean más listos que yo”.

Licenciado en Literatura por la Universidad de Cambridge, de pensamiento progresista y expediente como renegado pretérito, en 2011 fue finalista del Premio Orwell de literatura política con su obra Abundancia Roja. Ahora publica Impenitente (Taurus), “una defensa emocional de la fe que demuestra que se puede ser creyente y vivir en el siglo XXI, sin aguantar que nadie venga a perdonarle a uno la vida”.

Pese a su gallardía, a su gusto por la ironía y los cálculos sobre los beneficios del morbo, teme ahora por su carrera literaria al arremeter directamente contra la intelectualidad dominante, la misma carrera que llevó al Sunday Times a proclamarlo “promesa del año” en 1997. “Pero soy escritor y, como escritor, me resulta gratificante hacer cosas estúpidas”, se justifica.

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PREGUNTA: Veo que le pone enfermo que cierta gente se crea más lista que usted…

RESPUESTA: Aunque casi nunca estoy tan enfadado con el mundo, como pudiera parecer en el libro, es cierto que una de las causas por las que lo escribí fue la irritación, especialmente con el presupuesto ateo de que todas las personas inteligentes deben estar de su parte. Y pensé que podría ser bueno dejar que la irritación hablara y pudiera ser escuchada por una vez, en lugar del presupuesto cristiano de que nuestro bando debe ser siempre el más educado.

P: Sin embargo, parece que el concepto de intelectualidad como terreno vedado a los creyentes está calando incluso en los propios creyentes…

R: San Agustín, santa Teresa, Teilhard de Chardin, Pascal, Kierkegaard y Simone Weil tendrían algo que decir al respecto. Todos ellos han cantado el Reino de Cristo, pues debemos amar a Dios con nuestras mentes, pero también con nuestros corazones. No es cierto que haya un conflicto insalvable entre compromiso cristiano y libertad. Nadie es original 100% en su pensamiento. Todo intelectual está en permanente conversación con ideas, doctrinas y formas de ver el mundo de todo tipo, y eso, y nada más que eso, es lo que hace serio nuestro pensamiento.

P: ¿Por qué existe un estereotipo que obliga a elegir entre fe y razón?

R: Por dos motivos, a mi modo de ver. En primer lugar, la gente piense que creer significa acceder a un reino de respuestas prefijadas –cuando realmente no significa otra cosa que vivir con más y más preguntas–. Y dos: muchas personas creen que la religión debe replegarse para dejar crecer a la ciencia, cuando en realidad no ocupan el mismo espacio. Marilynne Robinson dice que no hay nada como suscribirse a Scientific American para interesarse por la Creación.

P: ¿Le preocupa que esta defensa de la fe –no exenta de ataques a ciertos líderes de opinión– arruine su carrera literaria?

R: Sí, me preocupaba dañar mi reputación con el libro y, además, estaba un poquito nervioso por salir del armario del cristianismo. Pero soy escritor y, como escritor, me resulta gratificante hacer cosas estúpidas, por lo que lo hice de cualquier manera. De hecho, y exceptuando a aquellos ateos que basan su identidad y organizan su mundo en torno a su ateísmo, el libro ha sido sorprendentemente bienvenido entre los no creyentes. Gente que nunca estará de acuerdo conmigo, parece contenta de haber encontrado una obra escrita por un cristiano que puede respetar.

Francis Spufford: “Dios entiende mejor la ironía que los hombres” [íntegro suscriptores]

En el nº 2.912 de Vida Nueva

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