La Santa Sede concreta el uso del rito litúrgico tridentino

Entre otras normas, los seminarios deberán dar una “formación conveniente” en latín

ANTONIO PELAYO. ROMA | “Sigo con gran aprensión el dramático conflicto armado que en Libia ha causado un elevado número de víctimas y de sufrimientos, sobre todo entre la población civil. Renuevo un apremiante llamamiento para que el camino de la negociación y del diálogo prevalezca sobre la violencia, con la ayuda de los organismos internacionales que están trabajando para alcanzar una solución a la crisis (…). Mi pensamiento va también a Siria, donde es urgente restaurar una convivencia basada en la concordia y en la unidad. Pido a Dios que no haya más derramamienos de sangre en esa patria de grandes religiones y civilizaciones”.

Nadie en la Secretaría de Estado ni en el círculo de los más estrechos colaboradores del Pontífice espera que estas palabras de Benedicto XVI –pronunciadas el domingo 15 de mayo al concluir el rezo del Regina Coeli– taladren el muro político-militar que envuelve la actualidad de esos dos países. El realismo se impone, pero no más que la conciencia del deber de seguir en esa posición, que es, por otra parte, la más genuina tradición del papado ante los conflictos bélicos.

Se recuerda aquí la incansable oposición de Juan Pablo II a las dos guerras del Golfo, a pesar de las fuertes presiones de la Administración norteamericana y de sus aliados. Por lo tanto, el Papa seguirá alzando su voz contra el uso de las armas y reclamando la plataforma de negociación todas las veces que lo considere necesario, aunque la respuesta a sus palabras tarde en llegar.

En otro orden de cosas, el viernes 13 de mayo, la Santa Sede hizo pública la instrucción Universae Ecclesiae, de la que es autora la Comisión Ecclesia Dei, a la que el Papa confió en su día la aplicación del Motu Proprio del 7 de julio de 2007 Summorum Pontificum sobre la nueva reglamentación para el uso de la liturgia romana vigente en 1962. El documento lleva la fecha de 30 de abril, día en que se celebra la memoria de san Pío V, el papa que introdujo en la liturgia el llamado “rito tridentino”.

Misa por el rito tridentino en la Basílica de San Pedro

Han pasado tres años desde que Benedicto XVI confirmase y ampliase con su autoridad la apertura que Juan Pablo II había concedido a los fieles que desean, por diversas razones, mantenerse en los ritos litúrgicos previos a las reformas del Concilio Vaticano II. Digamos que la nueva normativa no ha creado especiales problemas, salvo en reducidos grupos de algunos países, y, por otra parte, no ha servido de casi nada para el acercamiento a la Iglesia católica de la Fraternidad San Pío X de los seguidores de monseñor Marcel Lefebvre, empecinados en su cisma.

“No hay contradicción”

En la introducción de esta instrucción se recuerda esta frase de la carta dirigida a los obispos con la que el Santo Padre acompañaba la publicación del Motu Proprio: “No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Missale Romanum. En la historia de la liturgia hay crecimiento y progreso, pero ninguna ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser de improviso totalmente prohibido o incluso perjudicial”.

En cuanto a las normas específicas que la Comisión Ecclesia Dei recuerda con el presente documento, destaquemos algunas de ellas:

  • “Los fieles que piden la celebración en la ‘forma extraordinaria’ no deben sostener o pertenecer de ninguna manera a grupos que se manifiesten contrarios a la validez o legitimidad de la Santa Misa o de los sacramentos celebrados en la ‘forma ordinaria’ o al Romano Pontífice como Pastor Supremo de la Iglesia universal” (n. 19).
  • Sobre los requisitos necesarios para que un sacerdote sea considerado idóneo para celebrar en la “forma extraordinaria”, se establece que no debe estar impedido a tenor del Derecho Canónico, y que tenga “un conocimiento suficiente de la lengua latina que permita pronunciar correctamente las palabras y entender su significado” (n. 20). Esto supone que en los seminarios “se deberá proveer a que los futuros sacerdotes tengan una formación conveniente en el estudio del latín” (n. 21).
  • La facultad para celebrar la Misa sine populo (es decir, con la participación única del celebrante) en la “forma extraordinaria” es concedida a todos los sacerdotes, sean diocesanos o religiosos (n. 23).
  • Las lecturas del Misal de 1962 “pueden ser proclamadas exclusivamente en lengua latina o bien en lengua latina seguida de la traducción en lengua vernácula, o, en las Misas leídas, también solo en lengua vernácula” (n. 26).
  • Se concede a los clérigos la facultad de usar el Breviarium Romanum en vigor en 1962, recitado íntegramente en lengua latina (n. 32).
  • El coetus fidelium (el grupo de fieles) que sigue la tradición litúrgica anterior, si hubiese un sacerdote idóneo, puede también celebrar el Triduo Pascual en la forma extraordinaria. No se excluye que en una misma iglesia pueda darse una repetición del Triduo según ambas tradiciones litúrgicas.

Últimos nombramientos

Pocos días después de que se produjera el relevo al frente de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, sus dos protagonistas, el cardenal indio Ivan Dias y monseñor Fernando Filoni, hasta ahora Sustituto de la Secretaría de Estado, comparecían ante el Papa junto a los participantes en la Asamblea Ordinaria del Consejo Superior de las Obras Misionales Pontificias (Roma, 9-14 de mayo). En su discurso, Benedicto XVI deseó al nuevo prefecto un “ministerio fructuoso”, y a su predecesor le agradeció su “generoso y ejemplar servicio”.

L’Osservatore Romano daba en su edición del domingo 15 de mayo dos fotos del acto: en primera página, la del Papa con monseñor Filoni, y en la última, la del Santo Padre con el cardenal Dias. En ambas, curiosamente, aparecía igualmente el nuevo secretario de la Congregación, el arzobispo chino Savio Hon Tai-Fai, salesiano, al que todos consideran el hombre clave de este importante organismo vaticano.

El nuevo Sustituto no llegará a Roma hasta entrado el mes de junio. Para dejar la Nunciatura de La Habana con los protocolos habituales de la diplomacia, monseñor Giovanni Angelo Becciu necesita algunas semanas, ya que en la isla del Caribe se ha ganado muchos amigos. De él circulan en los pasillos curiales juicios diversos, pero todos concuerdan en valorar su vinculación con el cardenal Tarcisio Bertone, que ha dedicado mucha atención al dossier cubano, permitiéndole, de paso, conocer y apreciar a este diplomático, originario de Cerdeña.

En el nº 2.754 de Vida Nueva.

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