Exposiciones de agosto

(Juan Carlos Rodríguez) Meninas por los siglos de los siglos como personajes de Picasso, Lepanto visto por el ojo abstracto de Cy Twombly, los rostros renacentistas que no se lo creen en el Prado, cosas de dadaístas en el MACBA y de surrealistas en el Guggenheim, Juan Muñoz reencarnado en chinos de bronce, las esculturas de luz de Fried-lander como fantasmas por el Reina Sofía, Miró confundiéndose en la tierra y las paredes del Thyssen frente al formalismo de Avigdor Arikha, paradas obligatorias en el itinerario vacacional de un mes, quién sabe, si hecho para saldar cuentas con el mapa del arte. De Bilbao a Madrid, de Málaga a Barcelona. Son algunas de las más sobresalientes exposiciones de agosto.

‘Máquinas y almas’ en el Reina Sofía

Diecisiete artistas escogidos por su capacidad de aunar arte y ciencia. Una exposición que nos muestra el lado más humanista de las creaciones hechas con máquinas. Y una valiente apuesta. La del museo Reina Sofía por el arte digital. Máquinas y almas, arte digital y nuevos medios resume el espíritu de una corriente artística que floreció en los años 90 al calor del boom de los ordenadores y sus aplicaciones creativas y que está atravesando una época dorada. El visitante podrá contemplar hasta el próximo 13 de octubre y comisariada por Montxo Algoratienen una exposición que aúna los retratos interactivos de Rozin, los robots antropomórficos de McMurtrie, las esculturas de luz de Friedlander, los ferrofluidos de Sachiko Kodama, los animari (enormes animales fabricados con tubos de plástico) de Theo Jansen, el software art de John Maeda, las pinturas digitales de Evru, las instalaciones de Daniel Canogar o el arte imposible de etiquetar de David Byrne, Ben Rubin, Vuk Cosic, Pierre Huyghe o Natalie Jeremijenko. Todo cabe y emociona, para bien o para mal.

El retrato del Renacimiento’ y ‘Lepanto de Cy Twombly’ en el Prado

La muestra del verano en el Museo del Prado es El retrato del Renacimiento (hasta el día 7 de septiembre), con 126 obras de los grandes maestros del siglo XV y XVI, de Rubens a Rafael pasando por Botticelli o Tiziano, y de la que ya se ha dicho casi todo: exaltación del amor, familia, memoria, Corte… y una nueva forma de pensar: el humanismo. Pero una de las grandes sensaciones en la pinacoteca madrileña es contraponerla a la superlativa composición de Cy Twombly, una de las grandes estrellas de la pintura abstracta contemporánea, que ha recreado la batalla de Lepanto. En 2001, Harald Szeemann le encargó para la exposición Fundamento de la humanidad, organizada por la Bienal de Venecia, una melancólica despedida de la modernidad finisecular, para lo cual el pintor norteamericano creó un gran ciclo narrativo consagrado a la célebre batalla naval que enfrentó, en el golfo de Lepanto el 7 de octubre de 1571, a los turcos otomanos con la llamada ‘Liga Santa’, coalición cristiana formada por España, Venecia y la Santa Sede.

Tiziano, Tintoretto, Veronés o, entre otros, Cambiaso, autor de una famosa serie de lienzos pintados para Felipe II, hoy en El Escorial, ya fascinaron a Twombly con sus recreaciones de la famosa batalla. Él hace hoy lo mismo. Pero tan diferente…

Miró frente a Arikha en el Museo Thyssen-Bornemisza

La exposición Miró: Tierra (hasta 14 de septiembre) y la retrospectiva de Avigdor Arikha (hasta el 7 de septiembre), apurarán el mes de agosto, con el museo abierto hasta las 23:00 horas, de martes a sábado. Los críticos siempre vieron en Miró a un pintor optimista y luminoso. Desde la última gran retrospectiva –fue en el Reina Sofía, en 1993– nadie se había acordado de un artista sobre el que parecía que ya estaba todo visto –y dicho– y que no iba a aportar nada nuevo. Pues no es así. Tomás Llorens ha reunido 70 obras que profundizan en el apego de Joan Miró por la tierra y por su tierra (Cataluña). La mayoría son pinturas, pero también hay esculturas, dibujos, collages y cerámicas. “Hay un Miró distinto e inédito. Todo en él está profundamente ligado a la tierra, entendido este concepto en su extensión más amplia y simbólica. En sus telas encontramos a su Cataluña natal, con sus gentes, sus paisajes y sus tradiciones, pero también nos enfrentamos a la sensualidad, la sexualidad, el fetichismo y los rituales paganos”, explicó. La muestra abarca toda la trayectoria artística de Miró, desde 1918 –año de su primera exposición individual– hasta su muerte en 1983. La oportunidad de mirar a un pintor primigenio de modo distinto, sobre todo con el pintor israelí Avigdor Arikha tan cerca. A las cuatro últimas décadas se extienden las casi cien obras que se exhiben, por primera vez en España, de un artista que ha escalado todas las vertientes del arte contemporáneo: historiador de arte, crítico, comisario y pintor de verdadero culto, observador, naturalista, amante de los retratos, desnudos y paisajes que captan un rayo de realidad.

Olvidando a Velázquez, que no a Las Meninas, en el Museo Picasso

Las Meninas son un símbolo del arte español. Las creó, con ese fin, sin duda, el maestro sevillano, pero han sido numerosos los artistas que se han servido de ellas, como el mismo Picasso, que hizo versiones cubistas de la pintura de Velázquez que están en el centro de esta exposición, porque no son las únicas, ni mucho menos, como se ve. Manolo Valdés suma y sigue. Cuando Picasso pintó Las Meninas en 1957, lo tuvo claro: “Pongamos que alguien hiciese una copia, de buena fe, de Las Meninas. Si fuese yo, llegaría un momento que pensaría entre mí: ¿y si desplazo ésta un poco a la derecha o un poco a la izquierda? Si se diese el caso, lo haría a mí manera, olvidando a Velázquez”. Y es lo que hace el Museu Picasso de Barcelona (hasta el 28 de septiembre). Las comisarias, Gertje R. Utley y Malén Gual han tomado como eje un doble juego de espejos para analizar la influencia en la posteridad tanto del pintor sevillano como del malagueño.

Las obras de la exposición van desde el Barroco, con nombres como Juan Bautista Martínez del Mazo o Juan Carreño de Miranda, hasta el siglo XXI, como Dalí, Saura o Richard Hamilton. Y, en medio, Goya, por supuesto. El visitante puede ver una colección única de 61 obras entre pinturas, dibujos, fotografías, esculturas, grabados y vídeos y 16 documentos.

Duchamp, Man Ray y Picabia en el MNAC

Tres revolucionarios del siglo XX, Marcel Duchamp, Man Ray y Francis Picabia, se reencuentran en Barcelona, recordando que el arte es un chiste y un chiste puede ser arte. Tres amigos que dinamitaron el tinglado con tres premisas: humor, sexo y revolución. El espíritu dadaísta desembarca con su bandera: el célebre urinario que Duchamp tituló Fuente en 1917. Ahora esa obra llega a España junto a muchas otras que sentaron las bases de ese irreverente movimiento vanguardista que tuvo múltiples consecuencias y un único fin: la desacralización del arte. Y se ven en las 300 obras dadaístas de estos tres autores, provenientes de la Tate Modern londinense. Fotografías, pinturas, filmes y objetos que dinamitaron el canon del mundo artístico, molestaron a los mandarines y marchantes del negocio y alumbraron algunos conceptos, como el sentido tradicional de la obra cultural en sí misma (Duchamp), como la mofa infantil del arte abstracto (Man Ray) o las series monocromáticas de Picabia. Ilusión dadaísta, que se multiplica en Bilbao.

Cosas del surrealismo y Juan Muñoz en el Guggenheim

El Museo Guggenheim ofrece a sus visitantes los 250 objetos de Cosas del surrealismo (hasta el 7 de septiembre), una excepcional muestra organizada por el Victoria and Albert Museum de Londres. La primera muestra que explora la influencia del surrealismo en el mundo del diseño: teatro, interiores, moda, cine, arquitectura y publicidad. Dalí con 30 piezas es el gran protagonista, junto a Magritte, Miró, De Chirico, Arp, Schiaparelli, Man Ray o Ernst. Hasta el 5 de octubre, también se podrá ver la retrospectiva de uno de los grandes nombres del arte contemporáneo español, Juan Muñoz, fallecido repentinamente en 2001. Es la primera exposición que llega a un museo español tras la fatídica fecha, con sus famosas figuras humanas, entre enigmáticas y burlonas, instalaciones y dibujos, completadas con sus escritos y las piezas radiofónicas que creó en colaboración con el escritor John Berger y los compositores Alberto Iglesias o Gavin Bryars. Es el resumen de 20 años de trabajo de un artista que se sentía “un contador de historias”, y que revelan múltiples referencias de la literatura, la filosofía, la arquitectura, la mitología, la música, el cine, el teatro y el ilusionismo.

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