Llamados al diálogo para superar la crisis agropecuaria

La Asamblea del episcopado argentino emite una breve nota, pero sin citar expresamente el reciente conflicto

(Washington Uranga– Buenos Aires) Los obispos católicos argentinos celebraron entre el 7 y el 12  de abril su primera Asamblea Plenaria del año, en medio de un clima de gran expectativa por los acontecimientos políticos y sociales ocurridos en el país en las últimas semanas, a raíz del lockout declarado por los productores agropecuarios en rechazo a medidas impositivas del Gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (VN, nº 2.607).

Mientras en medios políticos se especulaba con la posibilidad de una declaración episcopal sobre tales hechos –que provocaron un duro enfrentamiento entre el Gobierno y los productores–, la Asamblea episcopal decidió limitar su pronunciamiento a una breve oración leída el día 9 durante una misa concelebrada en el Santuario Nacional de la Virgen de Luján. En esta ocasión, los obispos manifestaron que “compartimos los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias del pueblo al que pertenecemos y servimos en esta hora delicada y providencial de nuestra vida nacional”. En otros párrafos del texto, los obispos insisten en la necesidad del “diálogo”, tema recurrente en los pronunciamientos episcopales durante el conflicto agropecuario. Así, la jerarquía católica evitó una declaración que podría haber sido leída como un nuevo enfrentamiento con el Gobierno, algo que la mayoría del Episcopado prefiere evitar.

En el mensaje difundido en Luján, las máximas autoridades de la Iglesia católica piden “valorar y construir con ­empeño perseverante la amistad social entre todos los habitantes de nuestra Patria, desterrando desencuentros, odios, rencores y enfrentamientos y promoviendo la equidad y la justicia para todos”. Añaden en esta ocasión la solicitud para “favorecer y cultivar la disposición al diálogo genuino en la verdad y el respeto entre personas y sectores, como camino indispensable en la búsqueda del bien común”.

En busca de solución

El texto alude, de manera inequívoca, a los enfrentamientos que se produjeron durante el conflicto agropecuario que aún no ha llegado a su fin. Dirigentes de las entidades representativas de los productores –que decretaron una tregua en el lockout (VN, nº 2.608)– están dialogando con los máximos niveles del Gobierno para hallar una solución. Oficiosamente, los obispos hicieron conocer su satisfacción por el avance de las negociaciones, mientras por la misma vía se descartaba cualquier posible “mediación eclesiástica” en el contencioso. Aunque esta alternativa había sido deslizada en algunos medios periodísticos, fue desmentida de inmediato, tanto por los propios obispos como por voceros gubernamentales.

El arzobispo de Luján-Mercedes, Agustín Radrizzani, también vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), fue el encargado de presidir la Eucaristía concelebrada por todos los obispos que integran este organismo. En esta oportunidad Radrizzani pidió “que cultivemos en nuestro espíritu la convicción de que sentarse a dialogar no es reunirse para prevalecer o imponer, o convencer al otro, sino que el diálogo es fecundo cuando cada uno se pone en el lugar del otro y llegan a un acuerdo, a un punto común, aunque no se logre todo lo que cada uno quiere, pero todos salen enriquecidos por haber buscado, con sinceridad y desprendimiento, la verdad”.

Y es que, aunque nadie lo exprese claramente, entre los obispos hay preocupación por la situación política y social del país. Así, la Comisión de Justicia y Paz, que asesora el obispo Jorge Casaretto, se encarga de seguir de cerca los temas sociales e insistir en la necesidad de construir “la amistad social”.

Por otra parte, casi un año después de la Conferencia General de los Obispos de América Latina y el Caribe celebrada en Aparecida (Brasil), el Episcopado argentino hizo un llamado a “renovar el gozo de la misión” y resaltó “el aliento y el estímulo que significó para nosotros esta experiencia de comunión”. En este sentido, destacó y agradeció “la entrega generosa de los sacerdotes y diáconos, nuestros principales colaboradores, de los consagrados y consagradas, de los agentes pastorales y de todas las comunidades cristianas”, señalando que “con ustedes deseamos seguir abiertos al impulso del Espíritu, que nos viene de Aparecida, para renovar el entusiasmo de ser discípulos misioneros de Jesucristo”.

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