Tribuna

La vida está hecha de efemérides

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En muchos portales y especialmente en las radios se usa contar las efemérides del día, es decir esos acontecimientos importantes ocurridos en una misma fecha, pero en años diferentes. Son lindos recordatorios que nos visibilizan lo somos, hacemos y lo que son y hacen otros.



Escuché decir a la esposa de un gran cantante que lo que ella sufría de las giras de su marido es que por su trabajo se perdía las efemérides. Eso era más importante que la soledad por la ausencia, tanto para uno como para otro. Y se refería a simples acontecimientos que hacen a la vida de la familia: el primer día de clases de sus hijos, el primer diente, la fecha que se pusieron de novios, cuando se conocieron, el acto en donde uno de los hijos sale de San Martín. Pequeñas historias mínimas de cada día que construyen toda una vida. Y agregaba, cuando regresa se lo contamos y hasta se lo actuamos, pero no es lo mismo.

Vivir el presente

Me quedé pensando lo que decía esta mujer, y me llevó a considerar que muchas veces vemos la vida hacia atrás o hacia adelante por las grandes metas, los acontecimientos, los grandes deseos; es más, definimos un año con lo más importante, según nuestro criterio, que nos ocurrió, por ej. cuando tuve neumonía, cuando me recibí.

No está mal, pero olvidamos esos sabores cotidianos, eso que le da sal a la vida y que hace que cada día valga la pena vivirlo, y que cada día me despierte pensando en qué efemérides celebro o qué efemérides viviré para recordar después. No se trata tampoco de tener un TOC con estos acontecimientos sino de detenernos cada día a celebrar lo pequeño o lo grande que ocurra.

Dejarnos sorprender por la vida, por sus risas y por sus lágrimas ¡vivir el momento! ¡Vivir el presente! Dejar a un costado la preocupación excesiva por lo que ya pasó porque no se puede cambiar, tampoco perder energías de más por lo que va a venir o posiblemente venga. El mayor tesoro es el presente y puede ser, a cada instante, una efemérides.