Tribuna

Está y… es Vida Nueva

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“Y para ella el día ya era viejo cuando el sol asomaba a sus tareas” (Zenco, Julia & Baglietto, Juan Carlos, 1985)



Esta canción de dos trovadores argentinos hacen referencia y un elogio a la madre. En ella se destacan varios aspectos de la niñez y acciones cotidianas que “mamá” hace o hacía para que el mundo, nuestro mundo sea más bello y feliz.

En esa ejemplificación aparece la cita que inicia esta columna… para ella el sol era viejo. Porque antes que el sol apareciera a nuestros ojos ya estaba haciendo algo para que lo “cotidiano se vuelva mágico”.

Vida Nueva del anticipo

“El primer día de la semana…” (Jn. 20, 1)

“Nuestra vida está impregnada de personas que antes de que salga el sol ya están haciendo sus trabajos o acciones cotidianas. Algunos lo hacen por obligación, otras por un gusto particular: les gusta recibir al sol.

Intentan anticiparse al amanecer para ver entre las ventanas de su hogar los tenues rayos de sol que van aclarando y disipando la oscuridad, se acercan a la abertura para que esas centellas luminosas impacten en sus rostros y sentir el calor que transmiten. Así viven su vida, anticipándose, toman la iniciativa en todo lo que humanamente pueden hacer: llegan antes a los lugares citados, envían mensajes sin esperar devoluciones, ante cualquier situación de emergencia son los primeros en ir, invitan, etc. Esas personas son señales de ese amor que toma la iniciativa y se anticipa” (Curia, Christian, 2024)

El primer día… es un número y una ubicación existencial. En el relato de la antigua creación fuimos creados en el sexto día y uno antes del descanso. En la novedad pascual somos recreados en el primero. Y en ese primer día somos nuevas creaturas. Pareciera que la fe cristiana es, en primer lugar, vivir renacidos en el Resucitado. Él se transforma en el primero y lo primero… incluso antes que salga el sol. Él, con su vida nueva, es el primer día de nuestra existencia creyente.

La Pascua es nuestro paradigma vital, desde donde contemplamos la existencia, comprendiendo y extrayendo del Resucitado los motivos del por qué vivimos y por qué creemos, celebramos y anunciamos.

“María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro” (Jn. 20, 1)

El primer día de la semana fuimos primeriados: la piedra fue quitada. No solo es lo primero, sino que toma la iniciativa en amar, redimir, salvar, acompañar, estar, en sacar obstáculos… incluso en esas oscuridades que por momentos nos atemorizan o no nos permiten ver con amplitud y en profundidad. Allí, también es el primero.

Vida sin ansiedad

En el relato de la resurrección podemos encontrar nuestra propia vida y cómo Dios la acompaña.

Por momentos, nuestra cotidianeidad es parecida a la respuesta de los discípulos: vamos temprano a un lugar, nos inquietamos cuando no vemos todo como lo esperábamos, corremos de un lado a otro, vamos de aquí para allá (del sepulcro a la casa, de la casa al sepulcro). Uno va primero, el otro entra primero, etc. Nuestra misma vida escenificada en 3 personas: Magdalena, Pedro y el discípulo amado.

Y, por otro lado, el Dios, a quien el tiempo le pertenece, hace todo a su manera de ser: se toma un momento para acomodar todo en un lugar para revelarse, comunicarse, dejando señales de su presencia y “pasando” (pascua) por nuestra existencia (sudario enrollado).

Una vez allí, se aparece ante la vista y, a menudo nuestros criterios lo confunden o no nos permiten registrarlo. Pero sigue allí y dialoga.

Durante la Semana de la octava pascual, la liturgia nos recordará que Dios es el primero y el último: “ocho días más tarde”. Y durante estos días hasta Pentecostés “lo viviremos como un gran domingo”, como afirma Atanasio, Padre de la Iglesia (CEC, 1997) (#1169), porque Pascua es la fiesta de las fiestas, la solemnidad de las solemnidades. En Pascua la vida se hace Vida nueva y lo cotidiano se vuelve extraordinario.

Vida sinodal

“Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro (Jn. 20, 2 – 3)

Cuatro momentos que provoca la resurrección. El primero, una mujer es testigo elocuente de la resurrección. El segundo, cuando sin hablar mucho, solo con una descripción del sepulcro provoca que los otros discípulos reaccionen. El tercero, ellos salieron de donde estaban… la representación recibida provoca esta acción. Y, cuarto, van al sepulcro…

Estas escenas nos estimulan a una contemplación del Vida Nueva recibida en Jesús con resonancias muy elocuentes. La primera es que, muchas veces, la buena noticia proviene de quienes menos se la espera. La segunda, el encuentro con el Resucitado implica una cierta salida de nuestras seguridades, esquemas o zonas de confort. Y tercera, es una búsqueda sinodal porque ellos van juntos, no se quedan esperando que él venga.

Y, por último, hay una comunidad que anuncia, busca y encuentra: María Magdalena, Pedro y el discípulo amado.

Es toda una dinámica pastoral, evangelizadora y catequística: el misterio nos sorprende, está fuera de determinados lugares y tiene una implicancia sinodal juntos fueron y estuvieron en el lugar donde esperaban encontrar al cuerpo de Jesús.

Vida de entrada y de fe

“Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó” (Jn 20, 8)

En la escena relatada de la Resurrección mencionada hay un dato que nos invita a detener la mirada y reflexión: “Luego entró”. Una simple acción con una profundidad existencial. Algunas explicaciones manifiestan que esta acción “implica un movimiento en dirección al interlocutor o al lugar en el que se centra la atención” (Biblia de estudio – Entrar, 2024).

La Vida nueva de Jesús, se podría contemplar desde una entrada en su misterio vital. Creer es entrar en la dinámica de la vida pascual. ¡Y todavía hay propuestas pastorales en donde se hace hincapié que él ingrese en nosotros!

La Vida nueva de Jesús, es un cambio pastoral: es invitar a introducirnos en el misterio que está en lo cotidiano y poner el centro y atención en la propuesta del Reino, no de nuestras exigencias o pautas momentáneas.

Creer tiene implicancias existenciales para zambullirnos en la Vida nueva que él realiza y ofrece. Porque no solo sería tomar por cierto lo visto y oído, sino depositar nuestra confianza en la acción de Dios y orientar nuestra existencia desde este acontecimiento medular de propuesta cristiana.

Incluso, como les pasó a los discípulos, creer es confiar en que el Resucitado actúa más allá de nuestras comprensiones, de nuestras reglas, de nuestros prejuicios o esquemas…

Ser una iglesia en salida exige ser una comunidad que pone el acento en otros… no en sí misma.

¡Creer, porque es cierto, es confiar y dejar a Dios ser Dios de los vivos, de la Vida Nueva, de la novedad en la oscuridad!

Liturgia de Vida Nueva Pascual

En la liturgia de la Vigilia Pascual, el misterio y la contemplación de lo realizado nos podrían invitar a este entrar en la Vida Nueva de Jesús.

  • Liturgia del lucernario: La iglesia está fuera del templo. Y es el resucitado quien alumbra a las personas y lugares. Es el principio y fin (alfa a y omega Ω ) a él pertenece el tiempo y la eternidad. Es decir, estamos y vivimos en su compañía: está. No nos ponemos en su presencia con un gesto piadoso, sino que el gesto, nos recuerda que estamos inmersos en él.
  • Canto de alegría: Lo primero que hace la comunidad reunida e iluminada es prorrumpir en cantos de alegría y gozo por la Vida Nueva (Pregón pascual) y además de “gozarse y alegrarse”, recuerda que esta noche “disipó las tinieblas, rompió las ataduras del pecado, aleja toda maldad, lava las culpas, devuelve la inocencia y la alegría, expulsa el odio, trae concordia, doblega a los poderosos”(CEA – Misal Romano Cotidiano, 2011, págs. 519 – 521). Noche verdaderamente feliz… La iglesia es verdaderamente feliz cuando tiene al Resucitado como quicio, principio y meta.
  • Centralidad Pascual: la liturgia de la Palabra nos escenifica que los cristianos comprendemos la vida, la historia, y todo desde él. Por eso, el Cirio preside todo y alumbra la proclamación de la Palabra.
  • El gozo como medular en la fe: Nuevamente la comunidad exulta de alegría y se enciende en el canto aleluyático. ¡Reiteradamente la liturgia nos pone en dinamismo del gozo y la festividad!
  • Fecundidad eclesial: La liturgia Bautismal nos recuerda que somos santos por la acción de Dios, que quienes gozan del Misterio Pascual en plenitud nos acompañan en este peregrinar (Letanías) y que el seno de la iglesia (pila bautismal) es fecundada por la acción del Resucitado (cirio que se introduce en la pila bautismal)… y en ese lugar somos engendrados como miembros de una comunidad creyente para compartir la vida nueva que nos hace felices.

Plegaria

Trinidad Santa, y de la vida nueva,
Gracias por primerearnos, porque el Resucitado es el la primero,
porque es luz cuando todavía es oscuro, por quitarnos la piedra de la tristeza y el desaliento.
María Magdalena, mujer valiente y serena, que eres una de las primeras en ir,
te pedimos que la esperanza y el estupor de Dios nos sigan guiando en el camino para encontrarnos con la vida,
para sacar obstáculos y perfumar las existencias de nuestros hermanos,
especialmente de aquellos que perdieron el gusto de vivir.
Que con vos y las otras mujeres, “seamos creyentes matutinos y gritemos al mundo la noticia feliz a los que esperan y comemos a las personas de alegría” (CEA – Liturgia de la Horas – T. II, 1981, pág. 529)
que corramos al encuentro de las personas para resaltar al viviente y la vida nueva que nos ofrece, para entrar, ver y creer en “la hermosura tan antigua y tan nueva” (Hipona, Agustín de, 2007, pág. 283)
en lo cotidiano, en los rostros y sonrisas con quienes vivimos y convivimos.

Feliz Pascua de la Vida Nueva… y que ella nos impulse a seguir siendo felices y con caras de redimidos.


Bibliografía

Biblia de estudio – Entrar. (2024).
CEA – Liturgia de la Horas – T. II. (1981). ‘Liturgia de las horas’. Barcelona: Regina.
CEA – Misal Romano Cotidiano. (2011). ‘Misal Romano Cotidiano’. Buenos Aires: Oficina del Libro.
CEC. (26 de diciembre de 1997). Catecismo de la Iglesia Católica.
Curia, Christian. (2024). ‘El gusto de vivir’. CABA: Claretiana.
Hipona, Agustín de. (2007). ‘Confesiones’. Madrid: Planeta.
Luciani, Albino (Juan Pablo I). (1978). ‘Ilustrísimos Señores’. Madrid: BAC.
Zenco, Julia & Baglietto, Juan Carlos. (1985): Señalada por el índice del sol.