Tribuna

Alcaldesas y ‘buena onda’

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Antonio Pelayo, corresponsal de Vida Nueva en RomaANTONIO PELAYO | Corresponsal de Vida Nueva en Roma

No podían ocultar su decepción los 70 alcaldes de importantes ciudades del Viejo Continente al finalizar el encuentro Europa: los refugiados son nuestros hermanos, organizado por la Academia Pontificia de las Ciencias. En el programa figuraba, entre las cuatro y las cinco de la tarde del sábado 10 de diciembre, una audiencia papal. En torno a esas horas, el canciller de la Academia, Marcelo Sánchez Sorondo, recibió una llamada telefónica procedente de lo que antes se llamaba “el apartamento”, es decir, las estancias del Papa. Se le comunicaba que Francisco no vendría a la Casina Pío IV, donde se estaba celebrando el encuentro.

Al templado arzobispo argentino se le desencajó el rostro, pero aguantó y no abrió la boca sobre las causas del “plantón” papal; solo acertó a decir que “algo le habrá complicado la vida”.

No hubo protestas, por supuesto, pero las alcaldesas de Roma (Virginia Raggi), París (Anne Hidalgo) Madrid (Manuela Carmena) y Barcelona (Ada Colau) no ocultaban su frustración por no haber podido saludar y hacerse una foto con Francisco, a quien habían alabado en sus intervenciones. También sus colegas masculinos de Berlín, Amsterdam, Bruselas, Milán, Manchester, Zürich y los españoles de Valencia, Zaragoza y Málaga recibieron consternados la mala noticia y, sobre todo, la falta de explicaciones sobre los motivos de la ausencia.

Dicho esto, el encuentro ha sido realmente muy interesante y los alcaldes han demostrado un alto sentido de responsabilidad ante un problema de proporciones colosales, pero perfectamente abordable por Europa si se diesen de lado las xenofobias, el injustificado catastrofismo de los medios y el egoísmo de quien quisiera seguir mirando hacia otro lado, cuando cada año son miles los refugiados que mueren huyendo de la guerra, del hambre, de la pobreza, de las catástrofes naturales y de los extremos cambios climáticos.

Por cierto, se ha conocido después que el Papa ha remitido una carta a todos los alcaldes participantes. Llena de agradecimiento y cercanía, aun sin explicar los motivos de su ausencia (aunque sí desliza que “he querido respetar la libertad de todos y de cada uno”), concluye así, llena del estilo Francisco: “No se olvide de rezar por mí o, si no reza, por favor, piénseme bien y envíeme ‘buena onda’”.

Publicado en el número 3.016 de Vida Nueva. Ver sumario