Tribuna

Adiós a Guillamón, la UME en el deshielo de ‘Vida Nueva’

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Lamet tuvo que campear su propia Filomena en Vida Nueva. El temporal le devastó. No tuvo margen ni para poner cadenas ni para encontrar cobijo ante la gélida tromba que se lo llevó por delante. Y lo que quedó tras su salida… Es lo que deja una torva de grado supino. Árboles tronchados. Suelo voladizo. La sal apenas sirve y el riesgo de fractura por el más mínimo resbalón es de aúpa. Ese día después en el que no llegó la calma es el que asumió Vicente Alejandro Guillamón.



Guillamón se va a la Casa del Padre, a los 90 años, como llegó a esta casa, en un insidioso deshielo. Con pocas palas para demasiado carámbano afilado que le apuntaba, cuando desembarcó de la agencia Efe -después de 17 años- para liderar el plan de emergencias de una revista que rebuscaba su sitio, en el segundo mandato de Felipe González y ante el pontificado del cardenal Suquía. De 1987 a 1993 dirigió las páginas del semanario. En esos años PPC también se las veía y las deseaba antes de que SM le diera el calor que se necesita cuando las temperaturas ahogan por lo bajo.

Pero fuera circunloquios. Adiós poesía. Que un periodista como él, no se deja engatusar por palabras de talco. “Para mí ‘Vida Nueva’ fue un marrón”, me confesó cuando se atravesaba el dintel del número 3.000. Llegó como la UME a la M-50. Con lo puesto y a por todas. “Acepté solo por servir a Antonio Montero -fundador de todo esto- y a la revista”, apuntaba un profesional que se las vio se las deseó con parte de un clero que hizo de lo impío el único halago para un cristiano de los de la Acción Católica comprometida que fundó la Unión Católica de Informadores y Periodistas de España (UCIPE).

Comprometido con el trabajo

“Trabajé in recompensa ni reconocimiento”, me admitía sobre el trecho a la intemperie ajeno a todo resquemor que pilotó este perito mercantil y comunicador, padre de siete hijos y otros tantos nietos. Siempre fue consciente de que lo suyo fue lanzarse a la ventisca con una bufandita y unos guantes de pega, por mucho que este castellonense estuviera curtido en mil subidas al Everest. Como su plante constante al franquismo, colaborando con el cardenal Tarancón, y mojándose para crear la Federación Sindical de Trabajadores que llevaría más tarde a afiliarse al PSOE, del que acabó descabalgándose. Vicente Alejandro Guillamón, contra viento y marea.