Miguel Ángel Malavia: “Desear es sentir emoción ante lo extraordinario”

Miguel Ángel Malavia

Un empeño lleva presidiendo sus 40 años de vida: tratar de “actuar en todo como si Dios existiera”. Aspiración que, para Miguel Ángel Malavia (Cuenca, 1982), se traduce en la búsqueda constante de “ser una buena persona”. Siempre con esa tozudez tan suya –no con el ánimo de ‘vencer’, sino de ‘convencer’, al estilo de su amado Unamuno–, y con una pasión que nadie le puede negar ni sustraer. Como redactor de ‘Vida Nueva’ o dando a luz a su “quinto hijo de las letras”: Deseo’ (Ed. Mensajero), una invitación a “caldear la alegría de vivir” con el sello inconfundible de este historiador y periodista que se entrega sin reservas a su familia y a la escritura con idéntica fruición, en Arganda del Rey, en Landete o donde toque.

PREGUNTA.- Quien le conoce, sabe que estas páginas son fruto de su pasión… por la vida y por la escritura. ¿Por qué entonces Deseo? ¿Tiene mala prensa apasionarse en exceso?

RESPUESTA.- La pasión me mueve en todo lo que hago. Pero, siendo un ‘apasionado de la pasión’, creo que el ‘deseo’ es más evocador. Nos eleva y nos hace mirar hacia dentro, a lo hondo. Nos trasciende y, a la vez, nos puede remover el alma en silencio, sin que se perciba externamente. Extasiados ante un atardecer, miramos más allá y nos pueden golpear las grandes preguntas y desear vivir sin fin.

Belleza que interpela

P.- ¿De qué se alimentan los deseos?

R.- De la gran pulsión humana por vivir más allá de la rutina de cada día, a nivel material y de satisfacer lo básico. Es un sentir emoción ante lo extraordinario, la belleza que nos interpela y que muchas veces se encarna en algo tan simple como escuchar una canción que nos toca por dentro o sentir nostalgia al ver la foto de un familiar que ya no está con nosotros.

P.- De pequeños nos decían aquello de que “querer es poder”, pero sabe bien –y así lo ha escrito– que “no basta con desear para vencer”… ¿Qué más se necesita?

R.- Unamuno, Don Quijote o García Lorca, por citar a tres referentes vitales, lucharon con todas sus fuerzas por un ideal fraterno, pero acabaron derrotados y murieron masticando el dolor por esa tragedia íntima. ¿Quiere decir eso que haya que renunciar a la utopía? Jamás. Soy muy cabezón y me repito mucho esto: “Pico y pala hasta la derrota final”. No ‘venceremos’, pero, como Unamuno, a lo mejor ‘convencemos’ incluso después de morir.

Fe auténtica

P.- ¿Qué lugar ocupa la fe en el rico universo de intereses/deseos que configura su vida?

R.- Llevo toda mi vida tratando de actuar en todo como si Dios existiera. No consigo sentir esa fe de un modo auténtico, pues me aterroriza saber que voy a morir y, cuando alguien cercano lo hace, no me consuela esperanza alguna. Pero tampoco me rindo y persevero en el camino de la búsqueda. No sé explicarlo, pero algo o alguien me dice que debo mantenerme en él, pese a los muchos baches, y soñar con una gran respuesta tras cerrar los ojos para siempre… En absoluto podemos tener las grandes respuestas en esta vida. (…)

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