Los Legionarios de Cristo cierran su capítulo general redoblando la lucha contra los abusos

  • Nuevos documentos trazan compromisos concretos de atención a las víctimas de abusos y de prevención ante el encubrimiento
  • Los capitulares han pedido “analizar el tema de los abusos de poder y de conciencia en el ejercicio de la autoridad y en la actividad apostólica”

Tras mes y medio, los trabajos del Capítulo General 2020 de los Legionarios de Cristo han llegado a su fin este 1 de marzo. La asamblea, la segunda desde la refundación tras las intervención pontificia, ha repasado cuestiones como la misión de los legionarios, su identidad y su pertenencia a la familia del Regnum Christi o la pastoral vocacional. Un capítulo en el que también se ha renovado el itinerario formativo de los legionarios y se han ampliado las medidas de su Política de Ambientes Seguros, tras el  informe sobre los abusos en el seno de la congregación.



 Seréis mis testigos

El documento capitular lleva por título “Seréis mis testigos” y marca algunas líneas de renovación en la vida y la misión de los consagrados. “La autenticidad, la comunión y la entrega apostólica” son tres de las actitudes de fondo que se han propuesto los legionarios.

Los responsables de la puesta en marcha serán el nuevo consejo que ha surgido del capítulo con el estadounidense John Connor a la cabeza como nuevo director general. Una de las urgencias, la puesta en marcha de los documentos “Conversión y reparación” y “Proteger y sanar” en los que la Legión asume compromisos concretos en la atención a las víctimas de abusos y en la prevención de todo tipo de encubrimiento.

De hecho, el capítulo ha pedido al consejo la tarea de “analizar el tema de los abusos de poder y de conciencia en el ejercicio de la autoridad y en la actividad apostólica”, y establecer “medidas para la formación, prevención y sanación de las personas afectadas”. Algo que va en sintonía con el mensaje enviado por el papa Francisco al capítulo denunciado la vida delictiva del fundador “contaminó hasta cierto punto el carisma que el Espíritu originariamente había donado a la Iglesia”. Y es que, para el pontífice, la renovación “no ha terminado” porque “el cambio de mentalidad en los individuos y en una institución requiere mucho tiempo de asimilación”.

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