Entrevista con Emilia Robles, autora de Aparecida. Por un nuevo tiempo de alegría y esperanza en la vida eclesial (Herder, 2014), por José Luis Celada.
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Título: Aparecida. Por un nuevo tiempo de alegría y esperanza en la vida eclesial
Autor: Emilia Robles
Editorial: Herder, 2014
Ciudad: Madrid
Páginas: 272
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VICENTE VIDE | Emilia Robles Bohórquez, coordinadora de Proconcil, recoge en este libro los testimonios esperanzados de algunos de los protagonistas de la Conferencia de Aparecida (2007), un acontecimiento eclesial que se ha convertido en la hoja de ruta de este pontificado y que alumbra “una espiritualidad que anima la acción”.
P: Los testimonios recogidos en el libro certifican un “renacer de la esperanza” tras Aparecida. ¿Se podría tratar solo de un arrebato pasajero de “nostalgia conciliar”?
R: A través de las páginas se destila compromiso, análisis de la realidad y perspectiva histórica. Nada de nostalgias, que son una idealización cristalizada y egocéntrica de un tiempo inexistente. Se mira hacia adelante. Los autores reconocen en Aparecida una espiritualidad que anima la acción, y viceversa. Sin eso caemos en la alienación o en el activismo estéril.
P: ¿Reivindican estas páginas la convocatoria de un Vaticano III?
R: No lo formularía así. Aquí se habla de proceso conciliar, de continuar desarrollando el Vaticano II, que en Aparecida se muestra ya “en marcha”; de abrirnos a nuevos temas y a nuevas metodologías, o de mejorar las ya existentes, de ser inclusivos en la participación, de seguir abonando el ecumenismo. Proponemos pensar en un nuevo concilio en continuidad con el Vaticano II, hecho –desde ahora– de muchos concilios particulares. Diversos escenarios, diversas temáticas (y no solo intraeclesiales).
P: ¿Aparecida marca la hoja de ruta del papa Francisco?
R: Bergoglio llegó a Aparecida como arzobispo, salió como presidente relator y regresó unos años después como papa. Se acercó a las comunidades, al Fórum de participación, escuchó el rezo y los cantos de los peregrinos. Nadie salió indemne de esta experiencia, tampoco él. Con su ayuda se generó un clima de escucha y confianza. No se cerraron caminos, no queriendo decir la última palabra sobre todo, asfixiando al Espíritu. El Documento de Aparecida es un texto producido en un contexto y hay que desarrollarlo. El Papa se lo entrega a los gobernantes que van a visitarlo como hoja de ruta.
P: ¿Se está empezando a notar de este lado del Atlántico la “nueva primavera” que supuso aquella Conferencia de 2007 para la Iglesia latinoamericana y caribeña?
R: Poco a poco, y no siempre es fácil verlo. ¿Cómo hacer que una sociedad sonámbula despierte con el silencio de la contemplación? En nuestra Europa, las Iglesias locales están clericalizadas y envejecidas. La Iglesia jerárquica que se muestra dominante es cansina, hay muchos “príncipes” errados de camino; mucha distancia de lenguajes y preocupaciones de la gente normal y mucha polarización que divide. Desde este libro se propone continuar en el proceso de conversión, con la ayuda del Espíritu.
P: Es un hecho que el estilo “participativo” de este Papa invita a recuperar el método ver-juzgar-actuar que parecía olvidado. ¿Qué verbo le cuesta más conjugar a la Iglesia actual?
R: Cuesta VER ampliamente, sin prejuicios. Una Iglesia autorreferencial, que no puede ver lo sagrado en los espacios profanos y que confunde una moral muy parcial y revisable con la ética, actúa de manera reduccionista y excluyente. Solo seremos juzgados por el Amor. Esto fue lo que nos enseñó Jesús. Cuando uno experimenta la Misericordia, se abre a los otros y se le disuelven los temores. El Espíritu todos los días nos sorprende. Aparecida y Francisco le muestran ese camino a la Iglesia. De eso habla este libro.
En el nº 2.900 de Vida Nueva