Inmaculada Diez. Auxiliadora del Purgatorio

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“Ir a las periferias requiere libertad y osadía”

Con 15 años de trabajo en la Conferencia de Religiosos de Colombia y 10 al frente de la escuela de formación para formadoras y formadores, la Hna. Inmaculada Diez ha adquirido una privilegiada visión de la situación de la Vida Consagrada en nuestro país.

Su apostolado en Barrancabermeja entre 1997 y 2001, así como su trabajo en barrios marginales de Bogotá en los últimos años, le han permitido compartir la vida y los sufrimientos de la gente; tocar el miedo, la impotencia y el desamparo de quienes sufren con más dolor la violencia. Lejos de perder la esperanza, hacer de la gente su familia, descubrir dentro del pueblo signos de vida y vivir una Vida Religiosa sin protección ha alimentado su fe.

A su parecer, si de verdad la Vida Religiosa quiere ser buena noticia en medio de tantas situaciones de muerte, debe recuperar la osadía y la libertad. Sólo así podrá dejarse llevar por el Espíritu e ir a las periferias existenciales. Vida Nueva conversó con esta religiosa antes de que asumiera su nueva misión: el obispo de Nayarid (México) le pidió asumir el área de formación en la pastoral social de su diócesis.

¿Deben transformarse las estructuras de la Vida Consagrada para hacer frente a los desafíos de nuestra época?

Las periferias existenciales no solo corresponden a situaciones socio-económicas como la miseria o el hambre; también tienen que ver con la violencia intrafamiliar y el dolor de tanta gente en cualquier medio social. En esta sociedad estratificada, hay periferias en todo estrato: soledad, enfermedad, muerte, violencia, conflictos interpersonales. Todas estas situaciones requieren un verdadero acompañamiento, una atención fraterna y solidaria. La Vida Religiosa no tiene que estar forzosamente en los barrios marginados, sino ir hacia las periferias existenciales en cualquier lugar donde se encuentre, sin perder la visión amplia de todas esas periferias que requieren un corazón abierto y disponible para acudir en ayuda.

Por ejemplo, las religiosas que tienen colegios deben prestar atención a la familia y a todos los conflictos que viven las niñas y niños allí por el rompimiento de los lazos familiares. ¿Cómo puede la institución escolar prestar atención a esas periferias? Necesitaría una mayor flexibilidad y una creatividad grande. La osadía de dejarse llevar por el espíritu es en atención precisamente a esas periferias. Eso tendría que hacer que las estructuras se transformen. Pero se necesita genio creador desde el Espíritu.

¿Cuál considera que es el principal reto de la Vida Religiosa en nuestro país?

La Vida Consagrada está muy preocupada todavía por mantener viva la institución y las instituciones; no es suficientemente libre para vivir la osadía de dejarse llevar por el Espíritu. Es muy grande la preocupación de la sobrevivencia de la institución Vida Consagrada y de las instituciones; esta preocupación impide mayor libertad. Entiendo esa preocupación: querer que sobreviva la institución y sus obras. Pero, ¿cómo esas preocupaciones o esos intereses no polarizan la vida y la acción de la Vida Consagrada?, ¿cómo ser más libres, viviendo la osadía de dejarnos llevar por  el Espíritu? El Papa nos invita a ir a las periferias existenciales, pero ir requiere mucha libertad. Si tenemos muchas ataduras, si la institución nos retiene, es difícil que podamos ir a allá.

¿Persiste la inequidad de género dentro de la Vida Religiosa?

La mujer religiosa en muchas ocasiones tiene una relación de minoridad con respecto al religioso. La cultura latinoamericana hace que no haya una equidad entre hombre y mujer. Por ejemplo, con respecto a cosas sencillas y, sin embargo, sustanciales como la remuneración del trabajo. Evidente que al sacerdote se le paga más y que se valora más su trabajo que el trabajo de la religiosa. Después, en el trabajo mismo, con frecuencia las decisiones son asumidas por el varón y no en una relación de verdadero equipo con la mujer religiosa. No quiero generalizar, pero sí pienso que hay mucho camino por hacer en cuanto a equidad entre hombre y mujer en la Vida Religiosa y en la Iglesia; la situación todavía requiere de un largo camino de cambio de mentalidad y de verdadera fraternidad.

¿Qué aportes reconoce en el magisterio del Papa para hacer frente a estos desafíos?

Con Francisco hay un acontecimiento del espíritu en nuestra historia. Me parece fundamental el llamado evangélico del Papa a ser buena noticia. En medio de tanta oscuridad, dolor, sufrimiento de la gente, ser una presencia fraterna. Donde hay Vida Religiosa tiene que haber alegría. Fundamental, porque habiendo tanto dolor se necesita un aire nuevo, una atmósfera distinta: nuestras comunidades deberían ser esos espacios de buena noticia donde la gente pueda ser acogida, donde podamos escuchar lo que ellos viven, donde ellos puedan sentirse fraternalmente acogidos.

Hay otras orientaciones que son perlas preciosas para la Vida Consagrada, que tendríamos que profundizar, meditar y poner en práctica, porque revitalizan la forma de vivir. Por ejemplo, lo relacionado con vivir la autoridad como un servicio. Ahora bien, la transparencia evangélica del Papa le ha traído enemigos, personas que no están de acuerdo con él como algunos no estuvieron de acuerdo con Jesús.

¿Cómo puede la Vida Consagrada convertirse en buena noticia?

Jesús nos dice que el Reino de Dios es como la levadura o la semilla de mostaza, está dentro. Desde mi experiencia de formadora, se trata de un acompañamiento contemplativo y respetuoso de los gérmenes de vida;  prestando atención a la acción del espíritu en un lugar, en una persona y acompañar a esa persona y a ese grupo. Un acompañamiento contemplativo y creativo; que la acción que tú hagas favorezca ese crecimiento.

Miguel Estupiñán

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