El Simposio de Catequética de Argentina puso la mirada en la Palabra

Se resaltó la Sagrada Escritura como fuente de la catequesis

En continuidad con el trabajo organizado por el ISCA en el II Simposio de Catequética, la jornada del jueves se inició con un momento de oración sobre el discernir, organizado por el equipo de animación bíblica.



Durante la mañana se desarrolló la charla “Ministros laicos, servidores de la Palabra”. Estuvieron a cargo la licenciada Constanza Levaggi, secretaria ejecutiva de la Comisión Episcopal de catequesis, animación y pastoral bíblica y del Pbro. Dr. Gerardo Söding, vicedecano de la Pontificia Universidad Católica Argentina.

En primer lugar, Levaggi planteó la dinámica relacional como constitutivas de la identidad por ser sujetos en relación con otros y con el mundo. Nuestras relaciones tienen un vínculo también con la Trinidad y la comunicación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Destacó que la misión del catequista es relación porque es eco, anuncio, acompañamiento, y encuentro; y porque fundamentalmente está condicionado por los vínculos.

Centró su exposición sobre el vínculo entre Dios y Moisés, y en el que desde el Monte Sinaí marca un estilo de alianza que se debe ir manteniendo más allá de las vicisitudes a lo largo de los años. Indicó que la Alianza bíblica está marcada por la relación.

Es Dios quien propone un camino. El es la guía a quien hay que seguir, según sus propias condiciones. Él le marca al “siervo” lo que hay que hacer. Luego, ante las murmuraciones del pueblo, Moisés ya como mediador, después de escuchar las quejas, reclama ante Dios, quien modifica el vínculo y asegura: “los perdono, según tus palabras”. 

La comunidad en el centro

Para complementar la exposición anterior, el p. Söding continuó explicando que ese mismo pueblo conquistó la tierra, la habitó, y cuando tienen todo lo van a perder sopla el Espíritu y se produce un nuevo éxodo, volver a la tierra. Dios hace y abre camino y todos se ponen en camino. Advierte que allí hay dos búsquedas: el viene y nosotros salimos.

Avanzó, luego, con el prólogo del Evangelio de Lucas, de una experiencia de comunidad, de un nosotros que ha contado distintos relatos para transmitir la fe, desde la experiencia vivida. “La fe se cuenta y se canta”, expresó el teólogo, y precisó que siempre hay que crear un espacio para transmitir la presencia de Dios en la vida.

Asimismo, aclaró que Lucas vuelve a contar todo de nuevo, ante la falta de solidez. No es un testigo inmediato; sus palabras son un eco de la Palabra que cuenta, canta y transmite.

Servidores de la Palabra o de los hermanos es la disyuntiva para discernir en la comunidad. Hay que hacer todo, así que algunos asumen determinadas tareas. Todo lo que vive la comunidad debe llegar a las autoridades, a los que mandan para saber si hay algo que corregir. En la comunidad hay discernimiento, propuesta, aceptación, elección de candidatos, y el trabajo crece: “Y la Palabra de Dios crecía”.

El teólogo también se refirió a Hechos 8, 26. Allí, Lucas relata la presencia del Ángel que manda a Felipe al camino, hacia el sur, sin decirle para qué. Allí el Espíritu de Dios lo manda a escuchar y a ayudar a comprender, a ser guía junto a otro.

Söding aseguró que si bien nosotros leemos la Palabra, es la Palabra la que nos lee a nosotros. Hay que leer los textos, pero también leer la vida. “La Palabra es Dios hablando en la vida de las personas”.

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