Editorial

El don de la unidad se trabaja

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Editorial de ‘Vida Nueva’ tras la visita del papa Francisco a Suecia

papa Francisco en Suecia viaje visita para conmemorar 500 años Reforma y diálogo católicos y luteranos 31 octubre 2016

Líderes católicos y luteranos se abrazan en la histórica ceremonia conjunta en la Catedral de Lund

EDITORIAL VIDA NUEVA | Celebrar. Este es el verbo que ha motivado y vertebrado el viaje de Francisco a Suecia con motivo del V centenario de la Reforma protestante. Una celebración que, frente a lo que algunos presagiaron desde Roma, no buscaba conmemorar una ruptura entre los cristianos, sino más bien compartir los pasos dados precisamente en aras de una sincera reconciliación entre aquellos que se sienten y se saben hijos de un mismo Dios. De ahí que la cita también se enmarcara en el aniversario de las cinco décadas de un más que fructífero diálogo ecuménico entre católicos y luteranos.

El Concilio Vaticano II abrió unas puertas que permanecían atrancadas para ahondar en lo compartido, adentrándose en aspectos que se veían como irreconciliables con Trento bajo el brazo. Juan Pablo II y Benedicto XVI supieron dar un impulso decidido sin vuelta atrás, como refleja, por ejemplo, el documento conjunto sobre la doctrina de la justificación convertido en marco de referencia.

Más allá de divergencias, controversias y malentendidos, aún quedan materias donde la comunión se torna hoy por hoy harto complicada. Pero estas fronteras orográficas no pueden echar el candado a la posibilidad de avanzar por otras rendijas compartidas que todavía no han sido lo suficientemente exploradas, como la esfera de la investigación teológica o la vía de la caridad. Prueba de ello es el acuerdo firmado estos días entre Caritas Internacionalis y la Federación Luterana Mundial para trabajar de la mano a favor de la dignidad humana y la justicia social. O la declaración rubricada por Francisco para luchar juntos en defensa de los refugiados y de la creación.

Con este viaje, Francisco ha certificado que este reencuentro ha de converger ahora en el “ecumenismo de la solidaridad”. En este sentido, el mayor testimonio de ecumenismo sereno se constata en lo cotidiano, en el ejemplo que ofrecen miles de familias, donde protestantes y católicos conviven y rezan como una misma grey. Son ellos los primeros protagonistas de esa revolución de la ternura común.

“Danos el don de la unidad”. Esta insistente plegaria del Papa pone en manos del Espíritu esta encomienda ecuménica que exige como contraparte una búsqueda constante de lo común, a través del pilar pontifical de Francisco y de la que fuera obsesión permanente de Lutero: la misericordia de Dios.

El ejercicio constante de autocrítica se torna como punto de partida para sanar heridas, acortar distancias y dar paso a una conversión efectiva y afectiva.

Solo desde un perdón encarnado se pueden borrar los prejuicios para dar paso a la confianza, a un abrazo para que el ecumenismo camine, como quiere Francisco, “hacia la comunión plena”.

Publicado en el número 3.010 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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  • A FONDO: Roma y Lutero se abrazan al fin en Suecia; por Antonio Pelayo, enviado especial
  • ENTREVISTA: Anders Arborelius, obispo de Estocolmo: “Este viaje es un gesto profético entre los conflictos y las dificultades”; por Darío Menor, enviado especial
  • OPINIÓN: Imperativos comunes; por Antje Jackelén, arzobispa primada de la Iglesia luterana de Suecia
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