Editorial

Teología para laicos

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La teología, que se había mantenido como una exclusividad de sacerdotes y religiosos, ahora es una disciplina intelectual al alcance de los laicos. El II Congreso de Teología para Laicos que acaba de celebrarse en Barraquilla es una novedad y un progreso.

De los cursillos de cristiandad, o de las conferencias de cuaresma, que eran lo más cercano a un estudio de asuntos teológicos, se ha pasado a las facultades de teología en que seminaristas y religiosos estudian codo a codo con laicos que aspiran al título académico de teólogos.

En el Congreso de Barranquilla, el segundo con la misma denominación, aparece una laica teóloga, entre la nómina de conferenciantes, como un indicio positivo y promisorio.

El laico teólogo le da a esta disciplina un tono y unos contenidos que la enriquecen. Describía el padre Alberto Múnera, al introducir un libro de teología de Isabel Corpas (Juan Pablo II leído con ojos de mujer): “este libro es la mujer, la esposa, la madre, la creyente, la profesional, la teóloga, la maestra que lo produce y se reproduce en su libro”.

El laico tiene su singular experiencia humana y profesional, que no es el mismo marco del teólogo clerical. Los del laico son otros horizontes, la suya es otra interpretación vital, de modo que una teología desde la perspectiva del laico aporta otra visión, otro tono, otras aplicaciones.