Editorial

Hacer ruido contra ‘Amoris laetitia’

Compartir

portada VN Descafeinar Amoris laetitia 2992 junio 2016 pequeña

EDITORIAL VIDA NUEVA | Hace casi tres meses, durante la presentación de la exhortación apostólica Amoris laetitia, el cardenal Schönborn advirtió de que “nadie debe temer que Francisco nos invite a un camino no fácil”. Es cierto, aterrizar en la pastoral de integración que propone implica acabar con las recetas y la casuística. Cada persona con su mochila vital se sitúa en el centro del hospital de campaña para ser atendido de urgencia.

Aplicar esta misericordia sin condicionantes supone una sacudida en la pastoral familiar, más aún ante las llamadas “situaciones irregulares”, como los divorciados vueltos a casar. De ahí las máximas del acompañamiento del sacerdote y el discernimiento para sanar las heridas. Como sucede al materializar cualquier ley o proyecto, en un primer momento surgen dudas y temores. La tentación llega si se avista inmovilismo, bloqueo o rechazo motivados por esa autorreferencialidad que Jorge Mario Bergoglio ya denunció durante el cónclave.

Así se percibe tanto en documentos que se están utilizando en parroquias y espacios eclesiales de nuestro país, como en la convocatoria de determinados foros que, lejos de generar sano debate en torno a las propuestas de Amoris laetitia, reinterpretan, refutan e incluso cuestionan la exhortación y, con ello, pretenden minar la autoridad del Papa. Detrás de este rechazo a Amoris laetitia solo hay una minoría, pero cuentan con significativos altavoces para generar ruido e intentar descafeinar su aplicación, como sucediera con el Vaticano II.

Ante los brotes de cerrazón,
toda la Iglesia, no solo los pastores,
ha de sentirse corresponsable para aterrizar
la exhortación en cada comunidad
con la verdad y la caridad.

Francisco no es ajeno a estas resistencias. Lo ha constatado durante las dos citas sinodales. En la propia exhortación se pone en el lugar de “quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna” y alerta de aquellos que solo aplican leyes morales “como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas”.

Ante estos brotes de cerrazón, toda la Iglesia, no solo los pastores, ha de sentirse corresponsable para aterrizar la exhortación en cada comunidad sin más armas que la verdad y la caridad. Alimentar trincheras, ser más papistas que el papa o una defensa irracional a ultranza minan la comunión. Nada más lejos del proceder de Francisco que el dogmatismo, la catolicidad de fachada, los extremismos o la politización de la vida eclesial.

Ser apóstol hoy pasa por abanderar Amoris laetitia como familia, sin miedo a embarrarse por el Evangelio de un Dios Misericordia que no rebaja, pero sí se abaja; como familia que cree en un Jesús que no vino para abolir la ley, sino a darle plenitud, y que confía en el sucesor de Pedro, que se guía por los vientos del Espíritu hacia una pastoral familiar de máximos, pero que no deja a nadie atrás, y menos aún, fuera.

En el nº 2.992 de Vida Nueva. Del 11 al 17 de junio de 2016

 


LEA TAMBIÉN: