Editorial

El Maestro Ávila ya es más universal

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san Juan de Ávila, maestro y doctor de la Iglesia, patrono clero español

EDITORIAL VIDA NUEVA | El Papa declarará doctor de la Iglesia, el próximo 7 de octubre en Roma, a san Juan de Ávila, patrón del clero español. Vida Nueva ofrece en este número previo a esa celebración –a la que asistirá una gran representación de la Iglesia española– una amplia información sobre su figura, enseñanza e importancia de la declaración, como en otras ocasiones ha realizado de forma constante sobre el santo manchego, Apóstol de Andalucía y figura señera en la pastoral y la espiritualidad del siglo XVI español.

Con este nuevo paso, la doctrina del santo quedará sobre el candelero universal para que continúe siendo una enseñanza vigorosa para los tiempos actuales.

Han sido muchas las personas que, desde el año 2000, han venido trabajando para que se llevase a cabo esta declaración. Cardenales, obispos, teólogos, sacerdotes y una pléyade de personas en el anonimato que han trabajado para que llegara este día. Es el momento de agradecerles los esfuerzos.

La doctrina de Juan de Ávila, que ahora tendrá un carácter más universal, sigue siendo actual para sacerdotes, religiosos y laicos, los tres ámbitos preferentes a los que dedicó sus afanes desde sus inicios del ministerio en Sevilla, en la Puerta de Indias, cuando quiso dejar España con una Iglesia adormecida en viejas fórmulas y pensó recorrer nuevos caminos en la América recién descubierta.

La oportuna mano de un sacerdote sevillano lo retuvo aquí, proponiéndole un camino, que resultó ser providencial, para seguir evangelizando por los lugares de nuestra tierra.

La doctrina del nuevo doctor
sigue siendo muy actual
para sacerdotes, religiosos y laicos,
a quienes dedicó sus afanes.

Y desde entonces, hasta su muerte en la localidad cordobesa de Montilla, recorrió los caminos como hombre bien curtido en el pensamiento del momento, en el conocimiento de la Escritura y de la Patrística, así como en su conocimiento del alma humana, lo que le hizo ser un gran consejero de santos, sacerdotes, obispos, religiosos, laicos, jóvenes, políticos y militares, así como consejero en el Concilio de Trento, al que envió sus Memoriales de la mano del arzobispo de Granada.

“Ha muerto una gran columna de la Iglesia”, dijo Teresa de Jesús, con lágrimas en los ojos, cuando supo de su muerte. Y era columna porque supo ofrecer una manera de vivir el sacerdocio desde la centralidad del Amor de Dios, desde la unión con Él en la oración y el estudio.

Supo vivir el ministerio entregado al anuncio evangelizador, creando fraternidades sacerdotales y en la caridad pastoral. Supo, desde su conocimiento de la Vida Religiosa, poner los mimbres para esa reforma que ya estaba en ciernes en muchas de las órdenes religiosas.

Maestro de santos como Juan de Dios o Francisco de Borja, mantuvo un singular trabajo de dirección espiritual. Había en Juan de Ávila una pasión por el anuncio del Evangelio, que le llegó de su estudio y conocimiento de la figura de san Pablo, y que le llevó a vivir, entre la oración, el estudio y las correrías apostólicas, su tarea, centrada en la celebración eucarística.

Su conocimiento del alma humana en la dirección espiritual y en el consejo, hizo que ofreciera en sus escritos a los laicos una forma de vivir el Evangelio en su propia vida y trabajo. Juan de Ávila sigue siendo maestro para una Iglesia que cada día ha de recuperar el nervio evangelizador.

En el nº 2.817 de Vida Nueva. Del 29 de septiembre al 5 de octubre de 2012

 

ESPECIAL SAN JUAN DE ÁVILA: