Editorial

El despertar de la ecología integral

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Se cumplen cinco años de ‘Laudato si’’, en el contexto de la pandemia que azota al planeta, en la semana en la que su voracidad se visibiliza en la Amazonía, uno de los enclaves más castigados a la vez por el coronavirus y por una explotación sin límites.



Cuando Francisco publicó esta encíclica, en corrillos eclesiales se llegó a decir que el medio ambiente era, como poco, un anexo colateral al catolicismo, ignorando que en el Génesis Dios encomienda al creyente la tutela de la tierra como salvaguardia y no como expoliador. La aportación del Papa trasciende el cuidado altruista de la naturaleza para acuñar la ecología integral, que vincula fraternidad y creación de manera inquebrantable.

El tiempo no solo ha justificado la pertinencia del texto magisterial, sino que le ha dotado de una actualidad e incidencia geopolítica sin precedentes. Su influencia en las cumbres del clima y el malestar generado en gobiernos negacionistas y multinacionales sin ética avalan su carga profética.

Laudato si’ vino a ratificar el compromiso que las Iglesias de las periferias tenían para con sus pueblos. Es más, es el germen del Sínodo Panamazónico y su consiguiente exhortación. Para los cristianos acomodados, supone un golpe en sus conciencias, para asimilar que es testimonio y misión el uso racional de los recursos, el comercio justo… No sumarse a este mandato papal conlleva un pecado ecológico y un peaje imperdonable para los que vienen detrás.

El cuidado de la Casa Común

La crisis del COVID-19 ha evidenciado que la naturaleza se retuerce contra todo abuso del hombre. Estos meses de parón mundial han generado una caída histórica en las emisiones de dióxido de carbono, la eliminación de la presión de los ecosistemas y la biodiversidad… Este respiro a un planeta con patologías previas graves no puede ser estacional ni, menos aún, confiar en que solo el modelo económico actual puede salvar los muebles cuando condena a la humanidad.

En su reciente ‘Plan para resucitar’, el Papa pregunta: “¿Estaremos dispuestos a cambiar los estilos de vida que sumergen a tantos en la pobreza, promoviendo y animándonos a llevar una vida más austera y humana que posibilite un reparto equitativo de los recursos? ¿Adoptaremos como comunidad internacional las medidas necesarias para frenar la devastación del medio ambiente o seguiremos negando la evidencia?”.

Ojalá quienes tienen en sus manos la reconstrucción global respondan con valentía aplicando la Agenda 2030. Ojalá Laudato si’ continúe despertando al conjunto de la ciudadanía y a los cristianos para abanderar el cuidado de la Casa común, que no es otra cosa que corresponsabilizarse del presente y del futuro de la humanidad.

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