Editorial

Un viaje contra la negación y el olvido

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Publicado en el nº 2.660 de Vida Nueva (del 16 al 22 de mayo de 2009).

Un viaje espiritual, una peregrinación extremadamente preparada, particularmente significativa y henchida de esperanza. Los viajes papales están siendo particularmente significativos por la hondura del mensaje que la Iglesia desea transmitir al mundo en momentos y lugares especialmente delicados El periplo de Benedicto XVI por Jordania y por Tierra Santa ha sido definido como una gran fuerza de paz desplegada en un territorio en el que la guerra y la violencia son monedas corrientes, mientras que la paz es un sueño posible. En esta tarea, las religiones tienen un papel fundamental. Lo ha dicho el Papa de forma expresa en las primeras horas de su viaje: “La contribución particular de las religiones para la búsqueda de la paz se funda primariamente en la búsqueda apasionada y complaciente de Dios”. Mensajero de la paz, el Papa ha recorrido las sendas de Jesús y ha abierto los brazos, como Moisés en oración, para pedir que esa paz sea una realidad, pero ha abierto también los brazos a judíos y musulmanes para pedirles que estrechen lazos de concordia. En este sentido, el Papa ha usado el término hebreo “batah” para expresar con libertad y valentía que la paz deriva de la confianza y que no se refiere solamente a la ausencia de amenaza, sino también al sentimiento de calma y confianza. Los discursos ante los representantes políticos están siendo analizados con lupa. A nadie escapa la perspectiva política de este viaje y la defensa de “los derechos de ambos pueblos a vivir en paz en una patria suya en el interior de fronteras seguras y reconocidas internacionalmente”.

Junto a estos mensajes de paz había una buena dosis de esperanza e interés en que el Papa alemán denunciara en tierra judía el genocidio nazi. La denuncia adquiere particular significación tras las polémicas declaraciones del obispo Williamson negando la shoa. En este sentido, las palabras de Ratzinger han sido claras en el Memorial Yad Vashem: “¡Que sus sufrimientos no sean nunca negados, minimizados u olvidados!”. Desactivada la polémica, la postura de la Iglesia resulta inequívoca y todo interés en sacar las cosas de quicio no deja de ser interesado. Palabras claras como las del Papa en la tierra de Jesús cierran un capítulo de dudas y sospechas alentadas por las ofensivas palabras del obispo negacionista o las acusaciones de antisemitismo a Pío XII.

El viaje está dejando sobre el tapete el papel de la Iglesia en su búsqueda por la paz en la zona y pone las bases para un necesario entendimiento, respetando los derechos de cada pueblo. A nadie escapa la labor que puede desarrollar la institución  eclesial en el ámbito internacional como mediadora en los conflictos que asolan aquel rincón en el que, lejos de limarse asperezas, se van radicalizando cada vez más. Es por eso por lo que este viaje del Papa es una contribución a la defensa de los derechos de cada pueblo, a un permanente recuerdo de la shoa para que nunca más se repita y un alegato en favor de la paz, la justicia y la verdad en un lugar considerado sagrado para las tres religiones del Libro. La Iglesia está dispuesta a seguir poniendo la mesa para que unos y otros puedan dialogar para lograr la tan deseada paz.