Editorial

Cuba se abre a medidas “trascendentales”

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Publicado en el nº 2.603 de Vida Nueva (Del 1 al 7 de marzo de 2008).

La visita del Secretario de Estado del Vaticano Tarsicio Bertone a Cuba, como sucedió con la que hace diez años realizó el papa Juan Pablo II, puede calificarse de histórica. Raúl Castro comienza su labor como premier cubano recibiendo al cardenal romano. Un gesto significativo en estos momentos igualmente significativos tras la renuncia de Fidel Castro, el histórico líder revolucionario quien, por otra parte, y a pesar de su edad y enfermedad, no renuncia del todo, guardándose la prerrogativa de ser consultado en asuntos de trascendencia. El inicial optimismo de algunos observadores políticos y de miembros de la oposición en el exilio se ha visto nublado por la elección de cargos de edad avanzada que hacen considerar que se trata de un continuismo más que de un cambio profundo, por otra parte no muy fácil de ver sin una transición adecuada.

Los obispos cubanos han pedido medidas “trascendentales” a los nuevos gobernantes y han sabido mantener la distancia prudencial de los cuadros del partido en el poder y de los cuadros de la oposición de Miami. La estrategia llevada a cabo por la Iglesia cubana ha sido silenciosa y efectiva. A lo largo del último medio siglo ha tenido que sortear muchos obstáculos en la isla. Desde una persecución de lo religioso por decreto hasta la histórica visita de Juan Pablo II, se han ido sucediendo etapas importantes en las que la prudencia de la Iglesia y el trabajo callado y silencioso en medio de los cubanos ha ido dando frutos de gran calado. Hoy por hoy, la Iglesia cubana es referencia moral en la isla sin haber caído en una exacerbada oposición que pudiera confundirse con lo político más allá de lo pastoral. Hay quien dice que se ha hecho una oposición “a la cubana”, es decir, sin estridencias. Cuando se escuchan voces que minimizan el inicio de la transición que ha comenzado en Cuba, la Iglesia pone sonrisa y cara amable a cualquier tipo de apertura con el sabio principio de que es mejor un poco que nada. Las relaciones entre ambas instituciones en Cuba no se han tejido de silencios, sino de encuentros cuidadosos y pasos sabiamente dados. El resultado se irá viendo en la medida en que la Iglesia vaya gozando de todos aquellos derechos que posee en cualquier país democrático en el que los derechos humanos son reconocidos como base de la convivencia democrática. Hoy por hoy, en Cuba faltan aún muchos condicionantes para que se llegue a la plena libertad religiosa, pero los pasos que se han dado en este sentido no dejan de tener un gran calado de cara al futuro.

Dos lecciones se desprenden de los acontecimientos que la Iglesia en esta isla caribeña desarrolla. En primer lugar, destacar la prudente labor llevada a cabo en los últimos años dentro de la exquisita prudencia, sin la renuncia a la misión evangelizadora. En segundo lugar, hay que destacar cómo esta Iglesia, inmersa en una sociedad creyente con un gobierno oficialmente ateo, ha sabido vivir su fe de forma testimonial. A la Iglesia corresponde ahora ser puente de reconciliación entre los cubanos.