Dos nuevos obispos para “reflejar la paternidad de Dios” por encima de lo “políticamente correcto” en Sevilla

El arzobispo José Ángel Saiz Meneses ordena como sus auxiliares a los sacerdotes Teodoro León y Ramón Valdivia

El altar del Jubileo de la siempre imponente catedral de Sevilla ha acogido en la mañana de este sábado, 27 de mayo, la ordenación episcopal de los dos nuevos obispos auxiliares de archidiócesis hispalense, Teodoro León y Ramón Valdivia, nombrados para el papa Francisco para este ministerio el pasado 1 de abril. León ha elegido como lema episcopal el versículo paulino “El amor de Cristo nos urge” y Valdivia el clásico “la verdad os hará libres”. Unos 2.500 fieles han abarrotado la seo de la Giralda.



Una cita en la que los nuevos obispos han sido recibidos dentro del colegio episcopal por más de una veintena de prelados entre los que estaba el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses –que ha presidido los ritos–, el nuncio Bernardito Auza Cleopas –ordenante junto al arzobispo y el obispo de Canarias José Mazuelos– y otros obispos de Andalucía y del resto de España. En la celebración han estado presentes autoridades como el senador José Luis San, el delegado del Gobierno en la Junta Ricardo Sánchez, así como representantes del mundo de la Justicia, del Ejército, de las instituciones educativas, hermanades y cofradías y órdenes religiosas como las Hermanas de la Cruz y otros invitados como el responsable de Comunión y Liberación en España Jesús Carrascosa. Al coincidir con la jornada de reflexión previa a las elecciones locales, la corporación municipal ha esta representada por el jefe de la Policía local, José Medina.

La eucaristía ha incluido la ordenados de los dos nuevos obispos con la presentación de los elegidos o la lectura de los correspondientes nombramientos papales. Tras la homilía los candidatos han realizado públicamente una serie de promesas relacionadas con su ministerio, la asamblea ha rezado por ellos con la letanía de los santos, la imposición de manos, la oración de consagración –en este caso con el Libro de los Evangelios abierto sobre las cabezas de los obispos ordenados– y los ritos propios del episcopado como son la unción de la cabeza, la entrega del Evangeliario, el anillo, la mitra, el báculo y el beso del presidente de la celebración. Los nuevos obispos auxiliares se han dirigido a la asamblea al final de la celebración.

Responder a la misión

En su homilía, Saiz Meneses, tras agradecer a todos su presencia, recordó que “profetas y apóstoles, a lo largo de la historia, han vivido entregados en cuerpo y alma a la misión encomendada, y han sido un signo constante de contradicción, y en medio de no pocas vicisitudes, su mensaje de esperanza ha sido iluminador para las personas y las situaciones”. Por ello, destacando la dinámica de la vocación cristiana y sacerdotal resaltó la común tarea de la “edificación de la Iglesia”.

Comentando las cartas de Pablo a Timoteo, primer obispo de Éfeso, el arzobispo lo presentó como alguien que “está llamado a vivir con confianza y sabiduría, en medio de las dificultades presentes, en la labor de anuncio del Evangelio” y hacerlo “poniendo el acento en la acción eficaz y gratuita de Dios, revelada ahora con Cristo y condensada en el anuncio evangélico”. También los nuevos obispos “os convertiréis en sacramento de Cristo mismo presente en su pueblo, anunciando la Palabra, administrando los sacramentos de la fe y guiando a su Iglesia”, señaló a los nuevos obispos.

Una misión, prosiguió, que “comporta también ayudar a curar la herida interior del ser humano, su lejanía de Dios,por medio de los sacramentos, que son las fuentes de la misericordia de Dios”. “Se trata de reflejar la paternidad de Dios con vuestra vida y ministerio, reflejar la bondad, la mansedumbre y la humildad de Cristo y su solicitud por cada persona. De manera especial deberéis entregaros a los más pobres y pequeños, reuniendo y conduciendo a la comunidad como una familia”, apuntó.

En clave de servicio

Saiz Meneses recordó a los nuevos obispos que la “espiritualidad del obispo es una espiritualidad eclesial, porque todo en su vida se orienta a la edificación de la Santa Iglesia; una espiritualidad de comunión; una espiritualidad de confianza en Dios y de un realismo espiritual que lleva a vivir la llamada a la santidad en medio de dificultades externas e internas, de debilidades propias y ajenas”. Algo que, añadió deben hacer desde la “actitud de servicio que ha de caracterizar en la Iglesia a quienes ejercen mayor responsabilidad, siguiendo el ejemplo del Señor”.

Para el arzobispo, “la autoridad queda transformada en servicio”. “Un servicio y un amor vividos permaneciendo en la amistad con él, en la intimidad que os renueva en este momento trascendental para vosotros”, evidenció. Saiz Meneses también pidió para los nuevos auxiliares “fidelidad a la misión que se le ha confiado. Con libertad de espíritu, con ‘parresía’, sin dejarse condicionar por las modas pasajeras o por lo políticamente correcto, anunciando el Evangelio con todas sus consecuencias; sin buscar el poder, ni el prestigio o la estima para sí mismo” y sin descuidar la prudencia, la humildad o “la conciencia de la propia debilidad”.

Servir dando la vida, este es el único modo de hacer fructificar el don recibido y la misión encomendada. El Señor nos ha confiado unos bienes salvíficos que no nos pertenecen, que son de la Iglesia. Y nosotros hemos de dar cuentas sobre los bienes recibidos”, reclamó el arzobispo. “Es preciso hacerlos fructificar siguiendo el ejemplo de Cristo que da la vida en la cruz, que se inmola por la salvación del mundo. Esta cruz y este sacrificio son el signo que distingue de forma radical y transparente al Buen Pastor de quien sólo es mercenario. La caridad pastoral vivida hasta las últimas consecuencias, será el principio que englobe y confiera unidad a vuestra existencia”, concluyó antes de encomendar a los nuevos prelados a los múltiples santos protectores de la Iglesia hispalense.

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