Volver a la Amazonía


Compartir

En el primer viaje de Francisco a América Latina, para la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro del 2013, fuimos testigos de su acuciante llamado ante la emergencia que vive el bioma panamazónico, desde la primera hora de su pontificado.



“La Iglesia no está en la Amazonía como quien tiene hechas las maletas para marcharse después de haberla explotado todo lo que ha podido”, dijo el Papa a los obispos brasileños, destacando que ella “está presente en la Amazonía desde el principio con misioneros, congregaciones religiosas, sacerdotes, laicos y obispos y todavía hoy está presente y es determinante para el futuro de la zona”. 

Sínodo de la Amazonía

Sínodo de la Amazonía

La escucha del territorio

En Brasilia, un año después nacería la Red Eclesial Panamazónica (en septiembre del 2014), una especie de coalición entre cuatro representativas organizaciones eclesiales de América Latina y el Caribe: el CELAM, la CLAR, Cáritas Latinoamericana y la Comisión para la Amazonía del episcopado brasileño. La REPAM, como se le conoce, se tomó en serio el llamado del Papa, y comenzó a trazar un camino inédito de sinodalidad entre selvas y ríos, abrazando los genuinos clamores de los pueblos indígenas y de la ‘madre Tierra’ en tan vasto territorio: 7,5 millones de km2 compartidos por nueve países.

Tres años después, el obispo de Roma confirmaría que en la Amazonía está la clave para desentrañar nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral –en franca sintonía con Laudato Si’ al convocar la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica.

Una Iglesia hermana y discípula

El 19 de enero del 2018, cuando visitó Puerto Maldonado en la Amazonía peruana, el Papa matizó la opción de la Iglesia por la defensa de la vida, de la Tierra y de las culturas. Urge una nueva ‘lógica’ en la que la Iglesia se asuma como ‘hermana y discípula’, antes que ‘madre y maestra’.

En palabras de Francisco, necesitamos que los pueblos originarios moldeen culturalmente las Iglesias locales amazónicas. De ahí que les pidiera ayuda para “plasmar una Iglesia con rostro amazónico y una Iglesia con rostro indígena”.

En Roma, durante los días del sínodo, la ecuatoriana Patricia Gualinga, una de las líderes indígenas que fungió como auditora, estaba convencida de que “el Papa es quien más claro tiene lo que sucede en la Amazonía”, a pesar de que nunca ha vivido allí.

Los gestos y las intervenciones de Francisco durante el sínodo así lo confirmaron, a lo que se sumó la experiencia y los aportes de la asamblea sinodal –particularmente los testimonios de las mujeres y de los indígenas–. Hoy podemos decir que la Iglesia está allanando caminos de conversión cultural, ecológico, pastoral y sinodal. Por eso, ¡el Sínodo es una buena noticia para el bioma panamazónico!

El debate mediático

Sin embargo, desde que recibimos el Documento final con los resultados de los 120 numerales votados tengo la impresión de que nos estamos ‘enfrascando’ en discusiones altamente mediáticas que, sin embargo, no hacen justicia a la densidad de la crisis socio-ambiental de la Panamazonía que fue analizada en el aula sinodal, ni mucho menos a las iniciativas que propone la Iglesia para detener la hecatombe hacia la que avanzamos sin remedio.

Desde la mal llamada ‘Pachamama’ hasta el escándalo suscitado por el cardenal Sarah, la espiral del espectáculo consume toda nuestra atención y no cesa de devorarnos ad intra. Mientras tanto, continúa ardiendo la Amazonía, se acentúa la violencia contra pueblos y los líderes indígenas, y la industria extractiva continúa avanzando rauda por el territorio. El periodista brasileño Juremir Machado da Silva ya lo había vaticinado: “el hiperespectáculo es el ojo que se volvió superfluo”.

Consciente del peligro de naufragar en medio de la especulación –como la que ha antecedido a la esperada publicación de la Exhortación Postsinodal, hace unos días propuse a la Asamblea de Superiores Mayores de la Conferencia de Religiosos de Colombia que ¡hay que volver a la Amazonía! Es decir, hay que volver a lo esencial de este camino sinodal, por una Iglesia con rostro y corazón amazónico, que ha optado por ‘escuchar’ a los pueblos originarios que habitan en el bioma, y precisa ‘actuar’ en consecuencia y con celeridad, a la luz del Evangelio y del magisterio de la Iglesia. 

El gran imperativo de la etapa postsinodal será ‘devolver’ el Sínodo a la humanidad y, particularmente, a los 87.000 participantes de las consultas territoriales que lideró la REPAM en el pre-sínodo.  

La ‘Iglesia en salida’ y la ‘Iglesia en territorio’ harán posible un nuevo modo de ser Iglesia en la Amazonía, con los pobres y de los pobres, que brotará de la conversión cultural, pastoral, ecológica y sinodal. Sin desconocer las tensiones en ebullición, creo que podemos lograrlo si apelamos al profetismo que ha caracterizado a nuestra Iglesia latinoamericana y caribeña.

Coletilla: con este texto inauguro caleidoscopio’, un blog con diversas miradas y matices sobre el acontecer eclesial, y con un particular acento desde perspectivas latinoamericanas.

* Director de Comunicación y Mercadeo de la Universidad de La Salle (Colombia) y coordinador del portal VidaNuevaDigital.com en Colombia.