José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
Redactor jefe de Vida Nueva

Esto antes no pasaba…


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Quienes durante los años de la crisis económica no tuvieron prisa por levantar la voz contra sus graves efectos en las personas, se desesperan ahora con la nueva cúpula episcopal porque no saca notas sobre la incierta situación política del país. Les irrita un silencio ante los ultrajes y burlas contra la religión con los que juega al poder recién estrenado “la nueva política”. Esto antes no pasaba.

Antes, enseguida se descolgaba un teléfono y, al cuarto de hora, estaban las fuerzas clericales de asalto disfrazadas de laicos comprometidos en medio del mundo reclamando desagravios de forma poco caritativa. Claro, ahora, siguiendo la estela de Francisco, de estos tres años que si de perdón y misericordia, que si de quién soy yo para juzgar o de hospitales de campaña para todos, creen que se están cargando unas líneas pastorales que dieron visibilidad a una Iglesia de pancartas al viento.

Si aquella visibilidad un poco prepotente –todo hay que decirlo– disparó el número de alejados, fue porque fallaba claramente la iniciación cristiana. Si aquella pastoral de la confrontación avergonzó a quienes aún se acercaban a la misa dominical y radicalizó a los que no veían en esa Iglesia más que ansias de poder, fue, claro, porque estaban enfermos de relativismo. Ahora no se sabe quién manda, ni si manda. Ahora, cuando se cumplen 50 años de la CEE, resucita la colegialidad.

Ahora, los arzobispos perdonan a asaltacapillas o se hacen los sordos. Ahora, hasta los hay que piensan que no se le debe nada al PP de Mariano y se alegran de que Esperanza y la mano que se le tendía estén desdibujadas… Ahora piensan en restaurar puentes porque la sociedad es más plural e, incluso, se encuentra uno con cristianos en consistorios diseñando capas con paramecios a los Reyes Mayos. Ahora, es cierto, ya no se creen los dueños de la verdad y buscan y encuentran apoyo en otras confesiones cuando reclaman respeto para la de todos. Lo que tampoco pasaba. Y la nota, en fin, puede esperar a abril.

En el nº 2.979 de Vida Nueva

 

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