La CEE recupera la voz profética con ‘Iglesia, servidora de los pobres’

Juan José Omella, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, presenta la instrucción pastoral Iglesia servidora de los pobres CEE 27 abril 2015

El documento sobre la crisis cuestiona la política económica y reclama una regeneración moral de la sociedad

Juan José Omella, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, presenta la instrucción pastoral Iglesia servidora de los pobres CEE 27 abril 2015

El obispo Omella explica la instrucción pastoral en la sede de la CEE

‘Iglesia, servidora de los pobres’, de la CEE, en 20 frases principales

JOSÉ LORENZO | Prisa en la Conferencia Episcopal Española (CEE) por aprobar un documento que llega siete años tarde, y por presentarlo cuanto antes, porque las elecciones están ahí y los partidos no conocen en estos tiempos la piedad, ni aunque tengan trazas de cristianismo en sus estatutos. Al contrario de lo que es habitual en los cambios de Gobierno, cuando los que entran se quejan de “la herencia recibida”, lo que ha pasado con el documento Iglesia, servidora de los pobres –aprobado por la CV Asamblea Plenaria de la CEE en la reunión de primavera recién clausurada, y presentado el 27 de abril, en Madrid– es lo contrario, pues lo recibido era prácticamente nada.

Las medidas que no se tomaron entonces –a pesar de sectores episcopales partidarios de ofrecer una palabra de sentido cuando la llamada Gran Crisis arrasó vidas y haciendas– se han visto obligados a reflexionarlas casi contrarreloj, de tal manera que, dos días antes de su presentación, seguían llegando aportaciones de los obispos al equipo encargado de su redacción final.

A pesar de que saben que algunas de sus consideraciones les costarán sinsabores por parte de los actores sociales y políticos que se den por aludidos –sobre todo por el duro juicio sobre la corrupción, “grave afrenta a nuestra sociedad, conducta éticamente reprobable y un grave pecado”–, se respira un cierto alivio entre los promotores (el presidente Ricardo Blázquez tenía mucho interés en que se aprobase cuanto antes), una sensación de llenar un vacío en el magisterio de la CEE que los historiadores resaltarían como un gran silencio en medio de una época convulsa; una especie de misión cumplida, tras dar a luz un texto que tampoco contiene medidas revolucionarias (son pura Doctrina Social de la Iglesia y magisterio de los tres últimos papas, sobre todo Francisco y su Evangelii gaudium).

Por está razón, resulta más incomprensible (y no solo para los observadores externos) el miedo que tenían antes algunos obispos en afrontar este tema, más allá de un pragmatismo coyuntural “por los momentos que nos toca vivir”, como, a modo de cierre de capítulo en la propia historia de la CEE, dijo en la presentación Juan José Omella, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño.

En todo caso, el documento contiene también una explícita petición de perdón “por los momentos en que no hemos sabido responder con prontitud a los clamores de los más necesitados”. Y un propósito de enmienda: “No estáis solos. Estamos con vosotros; juntos en el dolor y en la esperanza; juntos en un esfuerzo comunitario por superar esta situación difícil”.

Crear un clima de esperanza

Además de esa inusual petición de perdón, la Casa de la Iglesia, en la madrileña calle Añastro, vio recuperar durante la presentación del texto a los periodistas –presidida por el secretario general, José María Gil Tamayo, el propio Omella, como obispo responsable de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, y el secretario de la misma, Fernando Fuentes– un tono más crítico, sin ataduras, más libre y profético. De ahí que antes de contar lo que decía esa instrucción pastoral, apoyada por “la inmensa mayoría” de los obispos, Tamayo relató lo que no era: “No es un documento contra nadie, no es la palabra de un contrincante político en un tiempo electoral”.

Lo que sí quiere el texto, como apuntó Omella, es “crear un clima de esperanza entre los cristianos y los que quieran escucharnos ante esta difícil situación que estamos viviendo y que afecta a tantas personas”.

Reconocen los obispos “datos esperanzadores” que invitarían a pensar que la crisis se va superando. “Pero hasta que no se haga efectiva en la vida de los más necesitados la mejoría que los indicadores macroeconómicos señalan, no nos conformaremos. De hecho, las desigualdades sociales se han ido acrecentando, y algunos datos sobre las personas afectadas nos duelen como pastores de la Iglesia, como el paro de los jóvenes y de los mayores de 50 años; los inmigrantes; el tema de la corrupción y, cómo no, el empobrecimiento espiritual como resultado de la indiferencia religiosa y el olvido de Dios”.

Detrás de esta situación, Omella desgranó los factores, “y no solo económicos”, que la explican, como “la negación de la primacía del ser humano; un modelo centrado en la economía y la idolatría de la lógica mercantil; o un modelo cultural y técnico en el cual la solidaridad no tiene gran espacio”.

“Algo está fallando ahí”, apostilló el coordinador del documento, quien rechazó las soluciones que se ofrecen, pues “quieren hacer creer que más es igual a mejor, y no siempre es verdad. Nosotros estamos apostando mucho también por la recuperación moral y ética de la sociedad”.

El documento, de 24 páginas, contiene un capítulo dedicado a ofrecer “propuestas esperanzadoras desde la fe”, entre ellas, la apuesta por un pacto de Estado contra la pobreza. “Lo más urgente –dijo Omella– es afrontar las raíces de la pobreza, que los responsables políticos pongan en marcha acciones de todo tipo, porque la pobreza es evitable hoy”.

Esta instrucción pastoral está fechada en Ávila, el 24 de abril, día en que los obispos peregrinaron a la ciudad de santa Teresa, y bajo cuya intercesión, en el V Centenario de su nacimiento, “ponemos también nuestro servicio a los más pobres”.

 

La CEE enviará 250.000 euros a Siria e Irak

MARÍA PÉREZ | La actual persecución que sufren los cristianos en todo el mundo fue uno de los temas que ocupó gran parte de la 105º Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal (CEE). En este sentido, los obispos acordaron dedicar una semana de oración en la que, de una forma especial, la Iglesia española se unirá en oración con los perseguidos por su fe em cualquier parte del mundo. Esta semana comenzará el domingo 17 de mayo, Ascensión del Señor; y durará hasta el 24 de mayo, Pentecostés.

De esta manera, la CEE se une a las reiteradas exigencias del papa Francisco a favor de los cristianos perseguidos en diferentes partes del mundo. Así, además de mostrar su solidaridad a través de la ayuda material –el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la CEE, explicó que destinarán 250.000 euros para ayudar a los cristianos perseguidos en Siria e Irak–, piden a todos los fieles católicos orar intensamente por los hermanos perseguidos por su fe.

En el nº 2.939 de Vida Nueva

 

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