Flor María Ramírez
Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México

¿El Sistema de Salud al quirófano?


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Toda persona debe tener acceso a la atención de la salud dondequiera que viva. Hay países que toman esta responsabilidad por completo. Según los datos de la OCDE, países como Dinamarca e Islandia absorben casi por completo el gasto de salud de sus ciudadanos a través de las transferencias de gobierno al sector salud. Mientras que en México las transferencias de gobierno apenas fondean el 30% de los servicios de salud, el resto proviene de las contribuciones de los hogares. El gasto en salud promedio por persona en México es de 1,080 dólares, la menor cantidad entre los 35 países de la OCDE.

Los sistemas de salud en México: fragmentados y burocráticos

Si los sistemas de salud como en México están siendo desfinanciados: ¿Quién garantiza este derecho? ¿Quién paga por la salud de la gente? El académico Argentino Pablo Gentili, escribía en septiembre del 2018 “la salud pública en América Latina está en ruinas. El derecho a una vida digna se vuelve un privilegio para miles de ciudadanos y ciudadanas que mueren por enfermedades que podrían ser atendidas con cuidados médicos básicos o con instalaciones hospitalarias adecuadas. Una expresión más del altísimo grado de injusticia social en la región que vuelve a ser la más desigual del planeta”.

Por su parte, desde 2010 los Obispos Latinoamericanos a través de la Guía para la Pastoral de la Salud en Latinoamérica y el Caribe, denuncian en la región “unas políticas de salud que priorizan la rentabilidad y el lucro en detrimento de los servicios asistenciales, del acceso a los mismos, así como de las condiciones laborales de los trabajadores. Nos preocupa la tendencia del Estado a privatizar los servicios, desentendiéndose aún más de los más pobres”.

Navegar por el sistema de salud pública en cualquier país de nuestro continente es una cosa compleja. En México quien no tiene un seguro de gastos médicos privado (generalmente muy oneroso), debe tratarse en uno de los sistemas de salud más fragmentados y burocráticos. La estructura de la salud pública incluye por un lado: instituciones de seguridad social como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Petróleos Mexicanos (PEMEX), Secretaría de la Defensa (SEDENA), Secretaría de Marina (SEMAR). Mientras que por otro, se tienen las instituciones y programas que atienden a la población sin seguridad social entre estas: Secretarías de salud federal y estatal, los agonizantes IMSS- Oportunidades y Seguro popular, cuyo fin ha sido ya anunciado por el nuevo presidente del país.

Si usted necesita un quirófano, en fila a menos que esté agonizante le puede llevar esperar más de 72 horas, probablemente en una sala con muchos otros pacientes quejándose. Si usted es paciente de enfermedades crónicas como la diabetes o la obesidad, será uno entre los millones de pacientes diagnosticados y no queda más que esperar a las citas regulares. En caso de ser detectado con otro tipo de enfermedad, los centros de alta especialidad cuentan con personal e infraestructura insuficiente. Es meritorio reconocer que entre ese personal insuficiente, se encuentran profesionales de excelencia en áreas en las que históricamente México ha sobresalido como: oncología, dermatología, nutrición, entre otras.

Sobre este enmarañador sistema, hemos presenciado en los últimos días una avalancha de denuncias públicas que apuntan una crisis en distintas instancias del sistema, que va desde las deudas al pago de médicos residentes hasta el desabasto de medicamentos en hospitales públicos de nivel general y de especialidad. A la vez, con la renuncia del titular del IMSS, se han intensificado las señales de alarma sobre la sustentabilidad en este instituto, en donde millones de trabajadores y patrones depositan sus contribuciones obrero-patronales.

Pues de nuevo, el nivel del gasto público federal que va destinado al Sistema de Salud representa tan solo el 2.5% del Producto Interno Bruto (PIB). ¿Es esta la mejor manera de garantizar el derecho teniendo en mente la dignidad? De acuerdo a la enseñanza del magisterio de la Iglesia, “la dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estructurar todas las políticas pero a veces parecen solo apéndices agregados”. [1]

La garantía del derecho humano a la salud

En el sector salud como en otros, según las declaraciones de las autoridades gubernamentales mexicanas muchos de los procedimientos se han retrasado debido a la inadecuada planeación de gobiernos anteriores, que junto a una justificada lucha contra la corrupción y las medidas de austeridad han ocasionado cambios inmediatos en los servicios. Según lo reportado por la prensa mexicana (Milenio, 21 mayo, 2019) “la Secretaría de Hacienda congeló 794.337.423 pesos del presupuesto asignado a 26 institutos, hospitales y centros de alta especialidad; además ordenó reducir 30 por ciento los gastos operativos respecto a los montos aprobados y 50 por ciento los relativos a servicios personales, desde viáticos y comidas hasta subcontrataciones de servicios a terceros, como son pruebas de laboratorio, recolección de biológicos infecciosos, químicos y no infecciosos”.

En los últimos meses, se ha generado un torrente de tensiones entre grupos y organizaciones sociales afectadas frente a las autoridades gubernamentales en turno, tal fue el caso de los medicamentos retroavirales para pacientes con VIH- SIDA. No es que no sea admirable la lucha que permita terminar con la corrupción, lo que no debe perderse de vista es la garantía del derecho humano a la salud. El optimizar los recursos para utilizarlos de forma ética y transparente es una tarea titánica necesaria que requerirá del rediseño de procedimientos, instituciones y políticas públicas. Pero ninguna medida debería ir por encima de la garantía de un derecho. El compromiso de quien gobierna es garantizar los derechos de las ciudadanas y ciudadanos.

La Iglesia y la OMS han coincidido en la importancia de poner al centro a la persona como parte de los sistemas de Salud. Dice el papa Francisco en el Mensaje de la Jornada Mundial del Enfermo de 2018, “la caridad requieren más bien que se respete a la persona enferma en su dignidad y se la ponga siempre en el centro del proceso de la curación. Estas deben ser las orientaciones también de los cristianos que trabajan en las estructuras públicas y que, por su servicio, están llamados a dar un buen testimonio del Evangelio”.

La OMS, ha empezado a hablar de un desarrollo de sistema de salud centrado en las personas cuyos principios claves tienen que ver con empoderar a las personas y comunidades, así como fortalecer la gobernanza y la rendición de cuentas del sector salud. Empecemos por ahí, si el Sistema de Salud Mexicano está ya en el quirófano, a todos católicos o no, nos conviene saber un diagnóstico bien fundado y tener información oportuna y confiable sobre lo que realmente está pasando.

[1] Evangelii Gaudium 203