Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

El éxito mediático y la presencialidad


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Sabemos y, casi todos conocemos, a algún influente que ha rebasado los alcances normales que tiene cualquier consagrado que solo llega a sus amigos, a sus familiares y a quienes pertenecen a su comunidad, a su congregación o a su parroquia. Son personas que han tocado alguna tecla en los seguidores de las redes que hace que se cuenten por millares y que tengan una gran repercusión mediática en sus respectivos medios de comunicación. Sus seguidores pueden ser personas que normalmente coinciden con aquello que escuchan o leen, pero también existen algunos que odian al influente y se dedican a criticar, despedazar y, en ocasiones, insultar aquello que hace.



Muchos de estos seguidores reconocen que les hace bien lo que oyen o leen, que les toca, que les anima, que les refuerza, que creen que es positivo para ellos que existan estas personas que les ayudan a vivir esta fe que ya tienen o a la que pueden acercarse gracias a esta virtualidad. Si esto es así, tal y como indicábamos, bienvenidas a todas las personas que están dispuestas a exponerse de una manera tan pública para poder ayudar a aquellas a quienes ni siquiera conocen y que contactan con ellas, siempre, a través de una pantalla.

No suelo seguir a estos consagrados tan mediáticos. Supongo que porque mi acceso a las redes no es demasiado recurrente ni habitual, la edad que tenemos cada uno de nosotros tiene estas cosas. No obstante me pregunto sinceramente si estos influentes tienen red detrás de ellos. ¿A qué me refiero por una red? Pues a alguien a quien remitir a aquellas personas que se vean tocadas por lo que dicen para que vivan ese cristianismo que estamos anunciando.

Es decir, creo que un servicio muy bonito para la Iglesia y para las personas es que el influente tenga dónde remitir a aquellas que se ven interpeladas por lo que dice, por lo que hace. Es decir, que pueda decirles, “¿Te gusta lo que digo? ¿Te atrae el mensaje de Jesús? Además de seguirme vete a tal parroquia, a tal grupo, a tal lugar, donde te encontrarás con personas que están en esta línea, que pueden compartir contigo tus inquietudes y la fe. No vas a estar conmigo, no llego a las miles de personas que me siguen de una manera personal, pero hay una red de personas que tienes cerca de ti donde puedes acudir”.

El influente “comercial”

Es decir, que el influente sea como el “comercial”, el primer contacto, el que hace saltar un resorte para que las personas que entran en lo virtual acaben viviendo la misericordia y la ternura del amor de Dios en comunidades que estén cerca de ellas. Que se junten con otros seguidores de Jesucristo para ofrecer sus dones y poner su vida en marcha mejorando su existencia, la de los demás y la de la sociedad en su conjunto. ¿Tienen los influentes esta red detrás de ellos? ¿Son la punta de lanza de la comunidad? O ¿Son tan solo personalidades que trabajan por su cuenta sin respaldo ni apoyo que acoja a quienes se ven llamados por su manera de evangelizar?