Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Asumir la realidad, que es superior a la idea


Compartir

La especie humana es la única que tiene la capacidad de autoengañarse, específicamente desde tres mecanismos esenciales en la persona; el pensamiento inmediato a corto plazo, la miopía en la observación, y la escucha selectiva, por lo que el equilibrio entre realidad y certeza puede verse comprometido.



En el plano social es mucho más compleja la situación, la esquizofrenia social puede hacer ver cosas que no son del todo ciertas, y se consolida la teoría de Bauman de la sociedad líquida, esa que pretende licuar la realidad en pequeñas dosis que se ajusten a la personalísima interpretación de cada uno.

Pero como lo menciona el papa Francisco, en la ‘Evangelii gaudium’, la realidad es superior a la idea, la construcción del hecho social no puede hacerse sobre supuestos, ni sobre ideas imaginarias, sino sobre la realidad – real.

El riesgo de las ideas en Latinoamérica

Este es uno de los escollos en el continente, lo social y lo político visto desde la idea y el imaginario, y no sobre la realidad. Para muestra algunos ejemplos:

Un país en el que su gobierno es acusado de crímenes de lesa humanidad, con una crisis humanitaria desbordada con millones de migrantes no se ha arreglado, la realidad es que el problema existe y continúa, a pesar de la idea propagandística oficial y sus aliados de franquicia, en intentar contrarrestarla.

Un país en el que la violencia ocupa todos los sectores de la vida social, con miles de enfrentamientos y expresiones de fuerza, no puede ser garante de paz, ni mucho menos artífice de una concertación internacional de pacificación, la realidad impone que primero habría que resolver los problemas en casa, y luego ayudar a los otros con el ejemplo.

Sin embargo, estos no son los únicos, en otro país la democracia ha servido para que ciertos personajes alcancen el poder, pero la realidad electoral depositada por el pueblo en un presidente, no es un cheque en blanco para reelegirse, sobre todo cuando no está previsto en la Constitución, la idea de una democracia por herencia o aclamación, termina en una dictadura personalista.

Pueden ser muchos más los ejemplos, porque lastimosamente sobran en el continente los actos de xenofobia, discriminación, o persecusión religiosa con expulsión de disidentes, sobre la idea de que primero está el gobierno, y de último, pero muy de último, el pueblo.

Lo real está allí

Por eso la necesidad de un baño de realidad, que no está tan lejos ni tan oculta como se pretende. Temas como pobreza, migración, violencia doméstica y corrupción, son la crónica de todos los días y son precisamente estos, la razón para gestar la buena política, esa que según Francisco, genera verdaderos cambios sociales.

Asumir la realidad no es clausurar la posibilidad de soñar e imaginar un mundo diferente, al contrario es una apuesta por soñar con los ojos abiertos y los pies en la tierra, en movimiento.

El papa lo refiere cuando habla de la concreción, que es la antítesis del pensamiento líquido, una cultura de lo concreto permitirá ir a la realidad específica que merece ser atendida, esas realidades que merecen ser abordadas para ser transformadas, esos aspectos que merecen ser cambiados, en beneficio de todos.

La propuesta de la concreción

Francisco dice que la concreción “es la garantía para ir adelante (…) Porque si no hay concreción no habrá futuro, pues es una regla del camino”.

De esta brevísima idea se desprenden tres aspectos: una regla ética en el camino, ser concreto para reconocer que no se está bien, pero se puede ser mejor; en segundo lugar, la garantía, la brújula para no perderse en el camino, el no apostar por la ideología abstracta o los discursos vacíos, que terminan instrumentalizado a todos; y el futuro, como horizonte alargado para hacer el bien.

Por tanto: ¡Es el momento de lo concreto, de apostar por la realidad, que es superior a la idea!


Por Rixio PortilloProfesor e investigador de la Universidad de Monterrey