En 2050, en Europa habrá más gente que necesita cuidados que personas cuidadoras. Es un desafío monumental, por lo que necesitamos cuidar a los que cuidan.

Creo que es necesario verbalizar y hacer un relato común de la mayor cantidad de heridas que padecemos como nación, desde todos los sectores sociales, y luego ir “recogiendo” pedazo por pedazo para volverlos a pegar al jarrón original.

El amor no es una transacción comercial. Muchos me lo han expresado, pero tenía que pasar por esta cañada oscura para poderlo encarnar un poco más: la experiencia única y maravillosa de ser hija de Dios y confiar que valgo la pena aunque no haga nada.

Dicen que los seres humanos pensamos y decimos alrededor de 35.000 palabras al día. Sin embargo, ¿cuántas de estas tienen que ver con un diálogo honesto con nuestro propio ser y con los demás?

Desprenderse de lo más mundano va aligerando la carga corporal, material y psíquica, porque se aprende a mirar con ojos “más templados” y “amorosos” todo lo que sucede, sin dramatizar ni caer en la “terribilitis” tan habitual en la juventud.

Siento que mi alma entró en un taller de Murano y estoy entre golpes de fuego y frío para darle forma a algo que apenas vislumbro. Mi artista es Dios mismo y trabaja con amor y tesón, pero le pido que se apiade un poco de este vidrio ya cansado de tanto charchazo, contraste e incertidumbre.

Dios nos busca de tantas maneras, utilizando tantos lenguajes, vínculos, lugares y pretextos, que al final es imposible esconderse más. Más pronto que tarde, ves su silueta acercándose por dentro y sientes el gozo de su risa y el candor de su mirar.

Tomar conciencia de cuánto bien trajo el dolor, cuántos frutos produjo y cuánto ensanchó el corazón, no merma el sufrimiento ni menos lo borra, pero sí le da un contexto y una fuerza que permite sobrellevarlo.

Estamos exhaustos de cargar con una relación muerta hace mucho y por la que hicimos tantos esfuerzos por salvar, pero Dios nos pide no mirar ya atrás.

Uno de los testimonios más bellos de un papá 3.0 será mostrar a sus niños que posee aspectos no resueltos, sombras, temores o dudas, y que en comunidad, con ellos, los puede atravesar mejor.