Una diócesis más accesible a todos sus fieles

Coria-Cáceres quiere eliminar las barreras arquitectónicas

(F. J. Pérez Valero) Para acceder al Palacio Episcopal de Cáceres, un refinado edificio renacentista mandado construir por el obispo Galarza, es necesario subir tres escalones. Una vez dentro, el recibidor da paso a las distintas dependencias a través de sucesivas escalinatas, recovecos y pasillos. Para una persona minusválida es una odisea y casi un imposible llegar y moverse por allí. De igual modo, entrar en los templos catedralicios de la diócesis de Coria-Cáceres supone una enorme dificultad para los que han de utilizar silla de ruedas. Se trata de un nuevo reto al que el obispo, Francisco Cerro Chaves, quiere responder.

Se trata de que ningún acceso a los edificios de la Iglesia o instituciones eclesiales tengan barreras arquitectónicas. En una carta publicada en la hoja informativa diocesana, con el título ‘Minusválidos e Iglesia’, monseñor Cerro señala su intención de que “lo más pronto posible, haciendo todas las gestiones que sean necesarias y buscando los medios precisos para llevar a cabo esta obra, adaptemos nuestros lugares de oración y de reuniones para que las personas discapacitadas puedan acceder a ellos con normalidad”.

Por el momento, el obispo ha encargado ya un estudio que permita la accesibilidad para los discapacitados en las catedrales de Coria y de Cáceres. Hasta ahora, en ambos templos se instalaban unas plataformas de madera que, de forma provisional y en celebraciones señaladas, permitían salvar los escalones que dan paso a su interior. En algunas parroquias, en la más modernas, los accesos tendrán pocos problemas a la hora de ser adaptados. No sucederá así en otras iglesias cuyo valor histórico y artístico hará necesario proyectos muy cuidados de adaptación y de eliminación de barreras arquitectónicas. “Los discapacitados deben sentirse en nuestros templos como en su casa”, sostiene Cerro Chaves, que afirma que “buscaremos las subvenciones o las ayudas donde sea, para facilitar el que estas personas puedan acceder con toda normalidad a todos los lugares eclesiales, en los que siempre han de tener las puertas abiertas”.

El Consejo Presbiterial de la diócesis será el órgano encargado de debatir cada caso en concreto: “Los sacerdotes, los consejos de economía y de pastoral –prosigue el obispo– deben intentar solucionar este problema que margina a muchos miembros de la sociedad y de nuestra comunidad eclesial”. Y es que, como indica monseñor Cerro, “en nosotros, los creyentes, deben encontrar acceso libre a nuestros edificios y, cómo no, encontrar nuestro corazón abierto a sus dificultades y problemas”.

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