Se cumple la hoja de ruta episcopal

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)

La geografía episcopal española se va cubriendo siguiendo los pasos de la “hoja de ruta” diseñada. La prisa no tiene cabida en el “tempo” de la Iglesia, que es el que maneja la diplomacia vaticana. No hay motivos ni para alarmarse ni para extrañarse. Se va cumpliendo el pronóstico en la bitácora: obispos con una formación teológica determinada y perfil capaz de frenar la deriva de una España que se va convirtiendo en la puerta de un laicismo feroz. Urgen obispos que planten cara en esta “triste hora de España”. Hoja de ruta clara, y quien trate de estorbar, se le arrincona en su diócesis o se le acepta rápidamente la renuncia. Estrategia ajedrecística en la que las Iglesias locales son peones de juego y probetas de laboratorio. Mitras claves en arzobispados y comisiones de la CEE, con un Ejecutivo que se afina de cara a la estrategia. Si hay que dar un golpe en la mesa en San Sebastián, se da. Si hay que descafeinar Andalucía, se hace. Si hay que sucursalizar Galicia, no hay problema. Si hay que reducir Aragón, a todo se llegará. Si hay que homogeneizar Castilla, el modelo está cerca. Cataluña está más complicada, pese al intento de anexión. Cartas van y vienen, ternas se echan atrás, pero la “hoja de ruta” sigue impasible el ademán. Hojas de ruta siempre hubo en la Iglesia. Nunca debemos desconfiar del Espíritu Santo que la asiste. Rezamos para que esta geografía episcopal esté llena de hombres de Dios que conduzcan a su pueblo por el camino de la verdad y el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Lo ha pedido el Papa, que es quien los nombra. Así quiero creerlo.

Publicado en el nº 2.683 de Vida Nueva (del 14 al 20 de noviembre de 2009).

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