Respuesta a Fernando Sebastián

(José L. García Mallada– Mallorca) En el número 2.689 de su revista aparecen unas consideraciones del arzobispo Fernando Sebastián sobre el nombramiento de monseñor José Ignacio Munilla para la diócesis de San Sebastián [nº 2.689]. Al respecto, y con respeto, quisiera matizar que ya empieza mal espetando que se equivocan algunos miembros de la diócesis, dando por sentado que la verdad sólo es la suya y que todos la compartirán. Pero vayamos a los seis puntos de sus consideraciones.

1. Que el Papa puede y debe nombrar a los obispos ya nos lo sabemos, porque lo dice el Código de Derecho Canónico (CDC). Lo que debe cambiar es la forma, porque ninguna de las consultas que se hacen para su nombramiento, de acuerdo con el CDC, son vinculantes, lo que supone la facultad de prescindir de la opinión de los presbíteros que vayan a colaborar con él, como así ha sucedido. Hoy esa insensibilidad democrática es inaceptable.

2. No se puede hablar de la asistencia del Espíritu Santo a priori. Si el Espíritu Santo asiste, hay que suponer que lo hace siempre. ¿También incluso en los graves desaciertos de algunos papas a lo largo de la historia? A posteriori se pueden emitir juicios sobre la asistencia del Espíritu Santo que, con toda certeza, un día pasará factura a la jerarquía eclesiástica de la forma en que ha estado, y está, ninguneando a presbíteros y laicos.

3. Ahora resulta que la fe se demuestra con la obediencia y la disciplina. Yo creía que la fe era algo más profundo, de más compromiso. O sea, son mejores creyentes los que obedecen y hacen lo que mandan sus superiores disciplinadamente. Es decir, aquí, a callar. A veces creo que se confunde el bautismo de agua con el lavado de cerebro.

4. El creyente es un votante con sus propias ideas, porque antes que cristiano, es persona (hombre o mujer), y forma parte de una sociedad que elige a sus gobernantes libremente dentro de un abanico de opciones (cosa que no hace la Iglesia católica). No puede hablar un jerarca de la Iglesia española del no condicionamiento de sensibilidades políticas al anuncio del Evangelio cuando todos sabemos junto a qué partido político se alinea en las propuestas parlamentarias y en las manifestaciones.

5. Cierto que no hay que condenar a nadie antes de que se haya manifestado. Pero, como se dice en castellano, “la cabra tira al monte” y, mira por dónde, a las primeras de cambio que se le deja solo, va y compara el terremoto de Haití con la falta de espiritualidad de la sociedad. Antepone la religión a la vida. Por atacar algo similar, mataron a Jesús.

6. Hay que ser fieles al Evangelio de Jesús y a la Doctrina de la Iglesia. Vale. Pero por ese orden. Porque a veces se invierte y se habla más de la Doctrina de la Iglesia que del Evangelio, y por eso pasa lo que pasa, que parece que no estamos hablando de lo mismo.

Amo mucho a la Iglesia porque todo lo que soy lo he recibido de ella. La defiendo y siempre la defenderé, pero creo que sí hace falta corregir muchas cosas.

En un programa de IB3 (Televisión de las Islas Baleares), un grupo de seis sacerdotes muy representativo del clero mallorquín coincidió en que el actual modelo de Iglesia está agotado. Yo no sé ni puedo proponer otro modelo porque soy un laico y no tengo responsabilidades pastorales. Pero lo desearía vivamente.

En el nº 2.693 de Vida Nueva.

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