(+ Fernando Sebastián– Arzobispo emérito de Pamplona y de Tudela)
“En la Iglesia, la única línea permanente es la fidelidad al Evangelio de Jesús en su conjunto, la doctrina de la Iglesia universal, y el servicio al bien religioso y moral de todo el Pueblo de Dios”
Conozco un poco los problemas de la diócesis de San Sebastián. Por eso, me duele que ahora se equivoquen algunos de sus miembros ante el nombramiento del nuevo obispo. Mi consejo es que repiensen las cosas en la oración. Estoy seguro de que todos compartirán conmigo estas consideraciones.
1. El Papa puede y debe nombrar libremente para cada diócesis y en cada momento al obispo que le parezca mejor para el servicio de la fe y de la vida cristiana del Pueblo de Dios.
2. Hay mediaciones, pero en las cosas que afectan al bien de la Iglesia, como es el caso, está presente la acción del Señor Jesús y la asistencia del Espíritu Santo. Los cristianos, laicos, religiosos y sacerdotes, tenemos que manifestar esta fe.
3. Y la mejor forma de manifestarla es obedecer, colaborar y, si hace falta, corregir, con lealtad y caridad. Demos ejemplo de fe, de obediencia, de disciplina. La gente necesita signos que le ayuden a creer.
4. Ni las ideas ni las sensibilidades políticas deben condicionar el anuncio del Evangelio ni el gobierno de la Iglesia. La Iglesia tiene sus propias fuentes, sus propios métodos, sus propios objetivos. No pueden someterse a ninguna ideología.
5. No sería justo condenar a una persona antes de que se haya podido manifestar. Dejen que Mons. Munilla comience a actuar, colaboren con él, esperen hasta ver los resultados.
6. Ninguna línea, ninguna orientación circunstancial es infalible ni puede ser definitiva y perpetua. En la Iglesia, la única línea permanente es la fidelidad al Evangelio de Jesús en su conjunto, la doctrina de la Iglesia universal, y el servicio al bien religioso y moral de todo el Pueblo de Dios. ¿Quién ha dicho que Mons. Munilla no vaya a seguir estas líneas? Hagan un esfuerzo para curar divisiones y distanciamientos. Barkatu.
En el nº 2.689 de Vida Nueva.
